En marzo de 1890, según se ha dicho, el 1º de marzo, nació Benito Juan Martín, tal como sus padres lo nombraran en la inscripción que colocaron en el manto en que lo envolvieron para dejarlo en la “Casa de los Niños Expósitos” (hoy conocida como “Casa Cuna”).
Ese 21 de marzo de 1890, en que Benito fue dejado en la puerta de las Hermanas de la Caridad, sólo se conoció de él lo que en lápiz escribieron en su pañuelo de seda. “Este niño ha sido bautizado y se llama Benito Juan Martín”.
Ese pañuelo de seda tenía bordada una flor y se encontraba cortado en diagonal por la mitad, la otra mitad quedó en manos de quien lo dejó allí, bajo la ilusión, tal vez, de algún día reclamarlo, cosa que no sucedió.
A los siete años de edad, es adoptado por Manuel Chinchella (genovés) y Justina Molina (entrerriana de origen indígena).
La familia Chinchella, era muy humilde y vivían en el Barrio de La Boca. Se dedicaban a la venta de carbón, material que por sus características, permitió que Benito, en sus ratos libres, lo utilizara como elemento de pintura para desarrollar su capacidad artística sobre el papel.
Desde niño, tuvo que ayudar a sus padres en el trabajo de la carbonería, lo que le impidió asistir a la escuela como un niño normal. Tuvo que abandonar el estudio primario a muy corta edad, sabiendo apenas escribir, leer, sumar y restar.
En su adolescencia, trabaja como peón en el puerto de La Boca y toma sus primeras clases de dibujo.
Descubriendo que, definitivamente, su amor estaba en plasmar colores y sentimientos en un papel, costea sus estudios en el Conservatorio Pezzini Sttiatessi, en la Unión de La Boca, donde perfecciona su arte bajo la supervisión de Alfredo Lázzari.
Rápidamente, conoce el ascenso en su carrera pictórica y es reconocido, realizando su primer exposición en el año 1910, en la Sociedad Ligure de Socorros Mutuos de la Boca, junto a Vento, Maggiolo y Stagnaro, entre otros. A partir de allí, se suceden nuevas presentaciones y exposiciones en los más importantes centros de arte nacionales e internacionales:
Tras obtener el tercer premio en el Salón Nacional de 1920, Benito Chinchella, decide que: “hay una chinche que me molesta”, y cambia su nombre a “Quinquela”, con el que sería reconocido universal y eternamente. También en ese momento, realiza su primer viaje patrocinado como artistas a Río de Janeiro.
Hacia 1922, traslada su taller a Pedro de Mendoza 2087, donde comparte trabajo y momentos con Miguel Carlos Victorica y Fortunato Lacámera. Un año después, realiza su primer exposición en Europa, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
El mundo entero se abría a su espátula: París en 1926, Cuba y Nueva York en 1928, Italia en 1929, Londres en 1930.
En 1933, ya asentado como artista reconocido, compra y dona los terrenos que pertenecen actualmente a la Escuela Museo Pedro de Mendoza, que se inauguraría en 1936.
En 1938, se inaugura el Museo de Bellas Artes de la Boca, e instala definitivamente su taller en uno de los pisos altos.
A partir de allí, comienza su larga entrega hacia los “de origen humilde” en el que tan reflejado se veía. En 1944, dona un terreno para la edificación de un Jardín de Infantes, el cual se inauguraría en 1947 junto con el Lactarium Municipal Nº 4.
En 1947, funda la “Orden del Tornillo”, comenzando sus famosas reuniones y otorgando dicha distinción a diferentes personalidades.
En 1950, inaugura la Escuela de Artes Gráficas para Obreros y, a partir de 1952, dona el dinero para que anualmente se entregue el Premio adquisición en el Salón Nacional del Museo de Bellas Artes de La Boca.
Durante los siguientes años, sigue exponiendo en lugares como la Galería Witcomb de Buenos Aires, el Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa de Córdoba, la Asociación de Gente de Artes y Letras impulso de La Boca.
En el año 1959, se inaugura por su iniciativa, el Pasaje Artístico “Caminito” y se inaugura una de sus nuevas donaciones, el Instituto Odontológico Infantil.
Sigue exponiendo durante varios años en los más reconocidos lugares de Argentina y del Mundo.
En 1966, inaugura las Terrazas del Museo de Bellas Artes de la Boca, para ceder el espacio a exposiciones de esculturas de diversos artistas y, en el mismo año, entrega la “Orden del Tornillo” a Charles Chaplin, recibiéndola en su nombre su hija Geraldine.
En el año 1972, sufre una apoplejía que lo mantiene algo alejado de los encuentros sociales, y es declarado miembro Honorario de los Claustros por la Universidad de Buenos Aires.
En 1974, tras haber padecido una apoplejía, contrae matrimonio con su incondicional mujer, Marta, según la llamábamos familiarmente.
Tras largos años de gran trayectoria nacional e internacional y de una dedicación absoluta a su obra pictórica y a su comunidad, habiendo llevado una intensa vida de amor y pasión, muere a los 86 años, el 28 de enero de 1977.