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Estética: Antecedentes de la estética y corpus platónico (I)



Antecedentes

En Occidente, la historia de la reflexión filosófica acerca de las artes se inicia con Platón. Pero su importante contribución a este estudio fue precedida y preparada por ciertas exploraciones realizadas durante los dos siglos anteriores; exploraciones de las que apenas podemos rastrear algunos indicios. Así, el famoso juicio estético, si es que lo fue, sobre lo grabado por Hefesto en el escudo de Aquiles, "que constituía una obra maravillosa"', nos traslada al origen mismo del asombro en presencia de una imitación, es decir, de la relación entre representación y objeto, entre apariencia y realidad. Platón pone de manifiesto las consecuencias estéticas de la reflexión llevada a cabo por Demócrito y Parménides en torno a este problema. Por otra parte, la elevación de Homero y Hesíodo a la categoría de sabios y profetas, de maestros morales y religiosos, suscitó una polémica sobre la veracidad de le poesía cuando se vieron atacados por Jenófanes y Heráclito a causa de su ignorancia filosófica y de su falsa representación de los dioses. Homero y Hesíodo plantearon también la cuestión del origen de la inspiración artística, que ellos atribuían al poder divino'. Píndaro atribuyó este don a los dioses, pero admitiendo que el poeta puede desarrollar su habilidad mediante el esfuerzo personal. Pitágoras y sus seguidores descubrieron la dependencia existente entre los intervalos musicales y la longitud de las cuerdas tensadas, elevaron este descubrimiento a teoría sobre los elementos del mundo material (que son números o dependen de números), y desarrollaron toda una teoría ética y terapéutica de la música, que, según ellos, es capaz de reforzar o restaurar la armonía del alma individual, siendo armonía el término que designa el intervalo primario: la octava.



El corpus platónico

Posteriormente, Platón abordó todos los problemas estéticos fundamentales, y algunos de ellos los estudió en profundidad. Las cuestiones planteadas por él y los argumentos que adujo son muy variados y sutiles. Se hallan dispersos en sus diálogos, pero los análisis más importantes aparecen en a), Ión, el Banquete y la República, que corresponden a sus escritos de juventud, al período anterior a la Academia (hacia 399-387 a.C.); b), en el Sofista y las Leyes, elaborados al final de su vida (hacia 367-348/347 a.C.), y c), en el Fedro, redactado entre esos dos períodos. Aunque quizá no sea de Platón, el Hipias Mayor es muy platónico y parece inspirado en él.



a) Arte y destreza

Cuando hablamos hoy de la estética de Platón, nos referimos a sus ideas filosóficas en torno a las bellas artes sobre las que reflexiona: artes visuales (pintura, escultura, arquitectura), artes literarias (épica, lírica, poesía dramática) y artes con intervención musical (danza y canto). Platón no les asigna un nombre especial; para él, entran en el concepto más genérico de «destreza» (techne), que incluye cualquier clase de destreza, manual o de otro tipo, desde la habilidad en el trabajo de la madera a la habilidad política. En el Sofista (265-266), las habilidades se dividen en «adquisitivas » y «productivas», subdividiéndose estas últimas en: 1) productivas de objetos reales, tanto de origen humano como divino (plantas y elementos hechos por los dioses, casas y cuchillos hechos por los hombres), y 2) productivas de «imágenes» (eidola), que también pueden ser humanas o divinas (reflexiones y sueños de los dioses, realizaciones pictóricas de los hombres). Las imágenes, que imitan pero no pueden desempeñar la función de sus originales, se subdividen ulteriormente: el imitador puede llevar a cabo a), una representación genuina (eikon), con las mismas propiedades de su modelo, o b), una representación aparente, o apariencia (phantasma), que sólo se parece al original (como cuando el arquitecto hace las columnas más gruesas en la parte superior para que no den la sensación de estrecharse). Se trata" de una falsa imitación, de apariencias engañosas. Sin embargo, Platón encuentra esta distinción difícil de mantener, por ser esencial a cualquier imitación el que en algún modo difiera de su original; si fuese perfecta, no sería una imagen (eidolon), sino otro ejemplar de la misma cosa, otra cama o cuchillo. Así pues, toda imitación es en cierto sentido a la vez verdadera y falsa, posee a la vez ser y no ser.



b) Imitación

El término «imitación» (mimesis) es uno de los más problemáticos en la estética de Platón, porque su denotación se ensancha y contrae incesantemente con el movimiento de la dialéctica; y otro tanto ocurre con la de sus sustitutos y sinónimos, methexis (participación), homoiosis (parecido) y paraplesia (semejanza).
Si, en cierto sentido, todas las cosas creadas son imitaciones de sus arquetipos eternos o «formas», Platón parece considerar también las representaciones pictóricas, los poemas dramáticos y los cantos como imitaciones en un sentido más estricto: son imágenes. Es esto lo que sitúa a las artes en el segundo grado de alejamiento de la realidad de las formas, en el más bajo de los ¿uatro niveles de conocimiento, la eikasia (conjetura). Algunas obras de arte, sin embargo —y Platón habla a veces como refiriéndose a todas ellas— , son imitativas en el sentido más peyorativo, como apariencias engañosas. En el Libro X de la República, dice que el pintor representa la cama no como es, sino como aparece. Esto es lo que le sitúa en la «tribu de los imitadores» y lo empareja con los pseudoartífices, que no poseen una habilidad auténtica, como las medicinas, sino una pseudohabilidad o destreza (tribe), como los cosméticos, que nos dan una apariencia de salud más que la salud misma.


Recopilación del libro "Estética, historia y fundamentos", de Monroe C. Beardsley, y John Hospers.




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