Schiller
Las teorías estéticas de Kant fueron utilizadas primero por el poeta dramático Friedrich Schiller, quien encontró en ellas la clave de numerosos y profundos problemas en torno a la cultura y la libertad, sobre las que había estado reflexionando. En algunos ensayos y poemas, y especialmente en sus notables Briefe über die ásthetische Erziehung des Menschen, expuso una visión neokantiana del arte y la belleza como medio a través del cual la humanidad (y el individuo humano) avanza desde un estadio de existencia sensible a otro racional y, en consecuencia, plenamente humano. Schiller distingue dos impulsos básicos en el hombre, el impulso material (Stofftrieb) y el impulso formal (Formirieb), y dice que son sintetizados y promovidos a un plano superior en lo que denomina impulso del juego (Spieltrieb), que responde a la forma viviente (Lebensjorm) de la belleza del mundo. El juego, en el sentido en que lo toma Schiller, es una versión más concreta de la armonía kantiana entre la imaginación y el entendimiento; implica esa especie de combinación de libertad y necesidad que se convierte en voluntaria sumisión a unas normas con miras al juego mismo. Al apelar al impulso lúdico y al liberar el yo superior del hombre del dominio de su naturaleza material, el arte hace al hombre humano y le da un carácter social; de ahí que sea la condición necesaria de cualquier orden social, pues éste se basa no en una coerción totalitaria, sino en la libertad racional.
Schelling
Friedrich Wilhelm von Schelling fue el primer filósofo que pretendió haber descubierto un «punto de vista absoluto» desde el que era posible superar o trascender el dualismo y las dicotomías de la epistemología kantiana; y fue también el primero, desde Plotino, en hacer del arte y la belleza el coronamiento de todo un sistema. En su System des transzendentalen ídealismus (1800), intenta una conciliación de todas las oposiciones existentes entre el yo y la naturaleza, a través de la idea de arte. En la intuición artística, dice, el yo es a la vez consciente e inconsciente en una pieza; hay a la vez deliberación (Kunst) e inspiración (Poesie). Esta armonía de la libertad y la necesidad cristaliza y hace manifiesta la armonía subyacente que existe entre el yo y la naturaleza. Interviene un invisible impulso creador que es, a nivel inconsciente, lo mismo que la actividad artística consciente. En las lecciones de Schelling sobrela Filosofía del Arte, el idealismo trascendental se convierte en «idealismo absoluto» y el arte pasa a ser el medio a través del cual las infinitas «ideas», que son expresión de las diversas «potencias» implicadas en la suprema identidad absoluta del yo, se materializan o encarnan en formas finitas, resultando así el medio a través del cual lo absoluto aparece más plenamente revelado. Esta misma postura general se halla lamente en la famosa obra Über das Verhaltniss der bíldenden Künste zu der Natur.
Hegel
El sistema idealista de estética mejor articulado fue el de George Friedrich Wilhelm Hegel, en sus lecciones impartidas entre 1820 y 1829, cuyas notas se publicaron (1835) bajo el título de Filosofía de las Bellas Artes. En el arte, dice, la «idea» (el concepto en su más alto estadio de desarrollo dialéctico), se encarna en formas materiales. Esto es la belleza. De ese modo el hombre se explícita a sí mismo lo que él es y puede ser. Cuando lo material es espiritualizado en el arte, se da á la vez una revelación cognoscitiva de la verdad y una revigorización del observador. La belleza natural puede encarnar la idea hasta cierto punto; pero en el arte humano tiene lugar su más alta encarnación
Hegel elaboró también con gran meticulosidad una teoría de la evolución dialéctica del arte en la historia de la cultura humana, desde el arte «simbólico» oriental, donde la idea es avasallada por el medio, pasando por su antítesis, el arte clásico, donde la idea y el medio están en perfecto equilibrio, para llegar a la síntesis, el arte romántico, donde la idea domina al medio y la espiritualización es completa. Estas categorías ejercerían gran influencia en el pensamiento estético alemán del siglo XIX, donde la tradición hegeliana fue predominante, a pesar de los ataques emprendidos por los «formalistas», que rechazaban el análisis de la belleza en el plano de las idea com una intelectualización abusiva de la estética y un menosprecio de las condiciones formales de la belleza.