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Biografías: Hans Andersen Brendekilde (1857-1942)


Foto, fines S. XIX

Hans Andersen Brendekilde nació el 7 de abril de 1857 en el pequeño pueblo de Brændekilde, en la isla de Fionia, en Dinamarca. Su nombre original fue Hans Andersen, y lo adoptado posteriormente, Brendekilde, provino de su lugar natal, al que unió su apellido para diferenciarse de la abundancia de homónimos en el país. Procedía de una familia muy humilde, sin relación alguna con el ambiente artístico, lo que condicionó una infancia marcada por la precariedad y el contacto con el trabajo manual desde muy temprano. Su padre era campesino y la situación económica del hogar hacía necesario que el niño contribuyera pronto a las tareas, con lo cual su acercamiento a las artes no se produjo de manera natural ni en los años iniciales de su vida.

Desde niño mostró habilidad para el dibujo, pero la falta de recursos lo llevó en primer lugar a desempeñarse en oficios prácticos. Aprendió la profesión de tallista en madera y se ejercitó como aprendiz en la ciudad de Odense. El trabajo manual le proporcionó destrezas en la observación de formas y volúmenes, además de disciplina técnica, algo que más adelante resultaría útil en su posterior formación artística. No obstante, la inclinación hacia el arte lo fue apartando de la dedicación exclusiva a la artesanía, y con esfuerzo logró reunir los medios necesarios para presentarse en Copenhague e iniciar estudios en la Real Academia Danesa de Bellas Artes.

Su ingreso en la Academia, en la década de 1870, significó un cambio profundo en su vida. Allí pudo acceder a una formación sistemática en pintura y escultura, y entró en contacto con maestros y compañeros que marcaron su trayectoria. Entre estos últimos se encontraba L.A. Ring, con quien entabló una estrecha amistad. Ambos compartieron orígenes sociales semejantes, lo que facilitó una relación fraternal en la que discutían sus proyectos y visiones del arte. Durante los años académicos Brendekilde experimentó distintas técnicas, y se mantuvo abierto a los aprendizajes formales sin perder de vista el vínculo con sus raíces campesinas.

En 1882 participó por primera vez en la exposición de Charlottenborg, una de las principales plataformas artísticas en Dinamarca. Esta ocasión le brindó reconocimiento en los círculos culturales de Copenhague y lo consolidó como un pintor en ascenso. A partir de allí comenzó a recibir encargos y a establecerse como profesional independiente. La elección del apellido Brendekilde coincidió con este momento de consolidación pública, y con él dejó constancia de su vínculo con su lugar de origen, al tiempo que afirmaba una identidad singular en el ámbito artístico.

Durante la década de 1880 desarrolló una carrera en expansión, con creciente visibilidad en exposiciones nacionales. Su matrimonio y la formación de una familia consolidaron su vida personal en paralelo al reconocimiento profesional. Contrajo matrimonio con Anna Kirstine Jørgensen, con quien compartió los años de adultez y a cuyo lado construyó un hogar estable. Tuvieron hijos, y Brendekilde mantuvo siempre una relación estrecha con su núcleo familiar, integrando la vida doméstica con su labor como pintor. La estabilidad de esta etapa le permitió ampliar sus horizontes, viajar y exponer fuera de Dinamarca.

Calle de un pueblo danés con campesina y lechero, 1880

En los años finales de la década de 1880 y en los 1890 su nombre se asoció a una serie de presentaciones en el extranjero que lo dieron a conocer en otros países europeos. Exhibió en París, en Múnich y en Berlín, ciudades donde el arte danés encontraba receptividad y donde él pudo establecer contactos con coleccionistas y críticos. En 1889 participó en la Exposición Universal de París, un evento clave para artistas de su generación, en el que su presencia lo situó en un ámbito internacional más amplio. También viajó en varias ocasiones por Alemania y estableció vínculos con círculos artísticos interesados en el realismo y en la representación de temas sociales.

El judío errante, 1889

El reconocimiento le permitió obtener premios y distinciones que fortalecieron su carrera. Recibió galardones en exposiciones internacionales, y sus obras fueron adquiridas tanto por instituciones públicas como por coleccionistas privados. Entre los reconocimientos más destacados se cuentan las medallas obtenidas en Múnich y París, que le aseguraron un prestigio más allá de las fronteras danesas. Estas distinciones le garantizaron además un lugar en museos importantes, lo que contribuyó a que su nombre se difundiera en catálogos y publicaciones artísticas de su tiempo.

Su vida personal en esta etapa se caracterizó por una cierta comodidad material, resultado de la venta de obras y del éxito alcanzado en el extranjero. Pudo instalarse en mejores condiciones y proveer estabilidad a su familia, lo que contrasta con sus orígenes humildes. Mantuvo, sin embargo, un contacto cercano con el ambiente rural y con la vida campesina, no solo en su memoria, sino también en su residencia en áreas más tranquilas fuera de la gran ciudad. Esa cercanía cotidiana con el campo fue parte de su identidad durante toda la vida adulta.

En los años siguientes continuó participando regularmente en exposiciones de Charlottenborg y de otros espacios relevantes. La conexión con Alemania se mantuvo fuerte, y en ese país sus obras circularon con frecuencia, llegando a formar parte de colecciones públicas. Entre estas instituciones destacó la Galería Nacional de Berlín, que incorporó cuadros suyos. En Dinamarca, el Museo Nacional de Copenhague y el Museo de Odense conservaron también ejemplos de su producción, consolidando así un patrimonio que aseguraba la permanencia de su nombre en la historia artística nacional.

Sendero en el bosque otoñal, 1902

Hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX su reputación estaba firmemente establecida. Fue miembro de jurados, participó en asociaciones artísticas y mantuvo un papel activo en la vida cultural. En el ámbito privado, los años de madurez se caracterizaron por la vida familiar estable y el contacto constante con amigos y colegas del mundo artístico, entre los que seguía contando a L.A. Ring como uno de los más cercanos. La amistad entre ambos se sostuvo durante toda la vida y ha sido recordada como uno de los vínculos más sólidos en el arte danés de la época.

El inicio del siglo XX lo encontró en plena actividad. Siguió exponiendo dentro y fuera de Dinamarca, y mantuvo encargos tanto de instituciones como de particulares. Las primeras décadas de ese siglo marcaron un cambio en los intereses de coleccionistas y críticos, pero Brendekilde supo mantener presencia. Viajó a Suecia y Noruega, y su nombre figuró en catálogos de exposiciones internacionales en los que la pintura escandinava tenía un lugar apreciado.

En lo personal, la vida familiar se transformó en un refugio frente a los cambios del medio artístico. Sus hijos crecieron y él se mantuvo cercano a ellos, al tiempo que encontraba en su entorno inmediato la compañía y la tranquilidad necesarias para continuar trabajando. La casa familiar fue un espacio de reunión y de continuidad, un núcleo estable que acompañó sus años de madurez.

En las décadas siguientes, aunque el centro del mundo artístico europeo se desplazaba hacia nuevas corrientes, él mantuvo un lugar dentro de la tradición pictórica danesa. Su participación en exposiciones no cesó, y sus vínculos con museos garantizaron que su nombre permaneciera asociado al patrimonio cultural nacional. Si bien nuevas generaciones de artistas exploraban direcciones distintas, Brendekilde continuaba presentando obras en las que su dedicación al oficio se manifestaba con constancia.

Hacia la década de 1920 su actividad disminuyó, acorde a su edad, pero no dejó de trabajar. Continuaba pintando y participando en muestras, aunque con menor frecuencia que en sus años de juventud y madurez. La vida cotidiana se volvió más apacible, marcada por la rutina y por la presencia de su esposa e hijos, que lo acompañaban en la etapa final de su trayectoria.

Hans Andersen Brendekilde falleció el 30 de marzo de 1942 en Jyllinge, Dinamarca, pocos días antes de cumplir los 85 años. Su muerte puso fin a una vida que había comenzado en un entorno rural muy modesto y que, gracias a su talento y esfuerzo, lo llevó a ocupar un lugar reconocido dentro y fuera de su país. La suya fue la trayectoria de un artista que surgió desde la base campesina y llegó a los principales salones europeos, combinando la disciplina adquirida en los oficios con una carrera artística sólida y duradera. Su vida estuvo marcada por la constancia en el trabajo, por la estrecha relación con su familia y por una presencia estable en el panorama cultural de Dinamarca durante más de seis décadas.


Resumen de los libros "Brendekilde – Liv og værk", de Annette Johansen; "Hans Andersen Brendekilde", de Erik Fonsenius; y de "Dansk kunsthistorie. Billedkunst, arkitektur og kunsthåndværk", de Poul Vad




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