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Biografías: Luca Signorelli (1450–1523)


Autorretrato. Detalle de la Predicación y actos del Anticristo, 1500

Luca d’Egidio di Ventura, conocido universalmente como Luca Signorelli o Luca da Cortona, nació en Cortona hacia 1450. Pertenecía a una familia asentada en la ciudad desde generaciones anteriores, vinculada a oficios artesanales y con cierta tradición en el ámbito de la pintura. Su padre se llamaba Gilio o Egidio di Luca di Angelo, y su madre Bartolomea di Domenico. La familia aparece en registros locales, lo que permite situar el origen social de Signorelli en un entorno modesto, aunque con conexiones en las corporaciones de artesanos. Desde la infancia estuvo rodeado de prácticas ligadas al arte y pronto orientó su vida hacia la pintura, iniciando un camino que lo llevaría a convertirse en uno de los nombres más conocidos de la Italia central del Renacimiento.

Las primeras noticias ciertas de su actividad se remontan a la década de 1470. En 1472 su nombre figura vinculado a encargos en Arezzo, lo que indica que ya era reconocido como maestro independiente. Dos años más tarde, en 1474, realizó en Città di Castello un fresco en la torre del Vescovo (hoy perdido), donde representó una Virgen con el Niño y santos, una de las primeras obras documentadas de su mano. Estos datos, conservados en archivos municipales y eclesiásticos, marcan el inicio de su carrera pública. En esos mismos años comenzó a trabajar en Cortona en pequeñas comisiones devocionales, lo que contribuyó a consolidar su reputación local. La progresión rápida de su trayectoria muestra cómo, en pocos años, pasó de aprendiz y miembro de un taller familiar a artista autónomo con encargos regionales.

Hacia 1470 se casó con Galizia di Piero Carnesecchi, perteneciente a una familia reconocida de la Toscana. El matrimonio aportó estabilidad a su vida personal y fortaleció su posición social en Cortona. Con Galizia tuvo varios hijos: se conocen los nombres de Antonio y Polidoro, así como la existencia de al menos dos hijas documentadas en actas posteriores. Su vida familiar aparece mencionada en genealogías y registros parroquiales, y fue un aspecto central de su vida adulta. Galizia acompañó a Luca durante gran parte de su carrera y sobrevivió hasta 1506, año de su fallecimiento. La pérdida de su esposa marcó un momento de duelo y de reorganización doméstica, mientras sus hijos alcanzaban la adultez y comenzaban a asumir responsabilidades en la gestión de los bienes paternos.

Durante los años setenta y ochenta del siglo XV, Signorelli desarrolló una actividad intensa en distintas ciudades de Toscana y Umbría. Trabajó en Arezzo y Siena, y su presencia se constata en encargos que lo llevaron a alternar períodos en su ciudad natal con estancias en otros centros. Estos desplazamientos eran habituales para los pintores de su generación y permitían asegurar un flujo continuo de comisiones. El itinerario de Signorelli lo muestra como un artista capaz de adaptarse a diferentes entornos y de establecer vínculos duraderos con instituciones religiosas, órdenes monásticas y familias poderosas que le confiaban decoraciones murales y retablos.

Uno de los hitos de esta etapa fue su trabajo en el monasterio de Monte Oliveto Maggiore. En 1498 recibió el encargo de decorar parte del claustro con escenas de la vida de san Benito, un ciclo que testimonia la confianza depositada en él por la congregación olivetana. La documentación conserva contratos y pagos que permiten fechar con precisión su participación en esta empresa. La estancia en Monte Oliveto lo consolidó como un pintor de frescos de gran formato y le abrió las puertas a encargos de mayor relevancia, preludio de la etapa más destacada de su carrera.

Claustro del monasterio de Monte Oliveto Maggiore

El momento culminante llegó en 1499, cuando fue llamado a Orvieto para continuar la decoración de la Capilla Nueva en la catedral, posteriormente conocida como Capilla de San Brizio. El contrato fue firmado el 5 de abril de ese año y fijaba condiciones detalladas: un estipendio elevado, alojamiento y un calendario de trabajo que garantizaba su presencia prolongada en la ciudad. Este documento, conservado en los archivos de la catedral, marca uno de los episodios más documentados de su vida. La labor en Orvieto se prolongó, con intervalos, hasta 1504, e implicó un compromiso total de Signorelli, que trasladó allí parte de su taller y organizó a sus ayudantes en función de las exigencias del encargo.

Capilla de San Brizio, catedral de Orvieto

Mientras residía en Orvieto, Luca alternaba periodos de regreso a Cortona, donde mantenía su vida familiar y atendía a su papel como ciudadano activo. Su esposa Galizia y sus hijos permanecían en la ciudad natal, y él se desplazaba según el ritmo de los trabajos. Fue en este periodo cuando ocurrió un episodio trágico: la muerte de su hijo Antonio. La noticia aparece en crónicas y biografías antiguas, que relatan cómo el muchacho falleció durante la estancia del pintor en Orvieto. La pérdida fue profundamente dolorosa para la familia y quedó registrada en la tradición que rodea los años de trabajo en la catedral.

La vida de Signorelli no se limitaba a su labor artística. Desde 1488 aparece en los registros de Cortona como miembro de los consejos ciudadanos y magistraturas locales. Desempeñó cargos en la administración municipal, participando en la gestión de los asuntos de la ciudad. Estas responsabilidades lo sitúan no solo como pintor reconocido, sino también como ciudadano comprometido con la vida cívica. Su figura aparece en listas electorales y en actas que prueban su participación activa en el gobierno de la comunidad. Estas menciones permiten trazar el perfil de un hombre respetado, integrado en la sociedad de su tiempo y consciente de sus obligaciones públicas.

Después de la conclusión de los frescos de Orvieto, Signorelli mantuvo una actividad constante en distintas localidades. Se le encuentra trabajando en Siena, Arezzo y en su propia Cortona, alternando proyectos de gran escala con encargos de menor dimensión que alimentaban la dinámica de su taller. También estuvo vinculado a Roma, donde su nombre aparece en registros que documentan la participación de pintores en proyectos vinculados a la corte pontificia y a obras en el Vaticano. Estos desplazamientos confirmaban la amplitud de su prestigio y lo convertían en un artista solicitado en centros de primer orden.

En el terreno personal, la muerte de su esposa en 1506 lo dejó viudo después de más de tres décadas de matrimonio. Sus hijos, ya adultos, pasaron a ocupar un lugar central en la gestión de la casa y del taller. Polidoro, en particular, aparece en registros posteriores vinculado a las actividades familiares y a la herencia paterna. La pérdida de Galizia significó el cierre de una etapa vital, y desde entonces Signorelli se apoyó en sus descendientes para mantener la estabilidad doméstica. Los documentos notariales y testamentos posteriores muestran cómo el pintor organizó sus bienes con vistas a asegurar la continuidad de su linaje.

lamentación sobre Cristo muerto con Eangeles y santos, c. 1516

En los años posteriores a 1510, Signorelli continuó trabajando de manera intermitente en encargos de diversa importancia. Su fama seguía atrayendo proyectos en distintas ciudades, aunque pasó cada vez más tiempo en Cortona. Los registros municipales de la segunda década del siglo lo muestran aún activo en cargos públicos, lo que evidencia su voluntad de seguir participando en la vida de la comunidad. Al mismo tiempo, atendía a compromisos artísticos locales, decorando iglesias y aceptando encargos que mantenían su nombre vigente.

En la última etapa de su vida, la relación con Cortona se hizo aún más estrecha. La ciudad era su lugar de residencia principal, y allí permaneció rodeado de sus hijos y nietos. Continuó siendo una figura respetada, tanto por sus méritos artísticos como por su contribución a la vida cívica. La memoria de su esposa y de su hijo Antonio fallecido lo acompañaba, mientras se ocupaba de garantizar el futuro de Polidoro y de las demás hijas. El peso de los años no impidió que siguiera trabajando y desempeñando funciones públicas, aunque de manera menos intensa que en décadas anteriores.

Luca Signorelli murió en Cortona el 16 de octubre de 1523. Los registros parroquiales y municipales consignaron su fallecimiento y su entierro en la ciudad que lo había visto nacer. Con su muerte se cerró una vida de más de setenta años marcada por la pintura, por la dedicación a su familia y por el compromiso con su comunidad. Sus descendientes heredaron sus bienes y perpetuaron la memoria de su nombre. El recuerdo de Signorelli quedó ligado inseparablemente a Cortona, donde fue considerado no solo como un artista, sino como un ciudadano ejemplar.


Resumen de los libros "Luca Signorelli", de Mario Salmi; "Luca Signorelli", de Maud Cruttwell; y de "Luca Signorelli: The Complete Paintings", de Tom henry




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