La tipografía móvil en Europa
Teniendo en cuenta la disponibilidad de papel, la posibilidad de imprimir en relieve a partir de bloques de madera y la demanda creciente de libros, los impresores de Alemania, Holanda, Francia e Italia trataron de mecanizar la producción de libros, con medios tales como el tipo móvil. En Aviñón (Francia), el orfebre Procopius Waldfoghel intervino en la producción de «alfabetos de acero» en torno a 1444, aunque sin resultados conocidos. El holandés Laurens Janszoon Coster de Haarlem investigó el concepto de tipo móvil, recortando letras o palabras de sus bloques de madera para volver a utilizarlas. Jan Middendorp, en su obra monumental Dutch Type, publicada en el 2004, afirma que los holandeses.
...) lograron construir el mito de Coster a lo largo de varios siglos. Al final, se llegó a pensar que el impresor de Haarlem era el único competidor serio de Gutenberg. Algunos artistas famosos representaron a Coster y su taller, y los historiadores italianos lo alabaron; su ingenio llegó a ser motivo de orgullo y confianza para los holandeses en general y para el negocio de la impresión de Haarlem en particular. En el siglo XIX se representaron en París, Amberes y Londres obras de teatro sobre aquel impresor genial. En Haarlem se organizaron imponentes festivales Coster, en encarnizada competencia con las celebraciones del centenario de Gutenberg en Alemania, y en 1856 se le erigió una estatua en bronce en la plaza principal de Haarlem, que todavía sigue allí.
No obstante, el juicio de la historia es que Johann Gensfleisch zum Gutenberg (nació a finales del siglo XIV y murió en 1468), oriundo de Maguncia (Alemania), fue el primero que reunió los complejos sistemas y subsistemas necesarios para imprimir un libro tipográfico en torno al año 1450. Tercer hijo del adinerado aristócrata maguntino Friele Gensfleisch, Johann Gutenberg fue aprendiz de orfebre y desarrolló las habilidades de metalistería y grabado necesarias para fabricar los tipos. En septiembre de 1428 fue desterrado de Maguncia por su papel de liderazgo en una lucha de poder entre la nobleza terrateniente y los burgueses de los gremios, que pretendían más voz política. Se trasladó a Estrasburgo, ciento sesenta kilómetros al sudoeste, donde llegó a ser un brillante y próspero tallista de piedras preciosas y metalista.
A principios de 1438, Gutenberg creó una sociedad contractual con dos ciudadanos de Estrasburgo: Andreas Dritzehen (que había aprendido a tallar piedras preciosas con él) y Andreas Hellmann (dueño de una fábrica de papel), y se comprometió a enseñarles un proceso secreto para fabricar espejos para vender en una feria de peregrinos que se celebraría en Aquisgrán al año siguiente. Los espejos eran escasos y difíciles de fabricar. Se vertía plomo fundido sobre vidrio y, cuando se enfriaba, se obtenía una superficie reflectante; lo difícil era evitar que el calor agrietara el vidrio. Cuando la feria se postergó hasta 1440, Gutenberg firmó otro contrato quinquenal para enseñar a sus socios otro proceso secreto.
Cuando Dritzehen murió a finales de 1438, sus hermanos Georg y Claus demandaron a Gutenberg para que los admitiera en la sociedad o, de lo contrario, les devolviera el dinero. El 12 de diciembre de 1439, el tribunal dictó sentencia a favor de Gutenberg, porque su contrato original especificaba que sólo se pagarían cien florines a los herederos de cualquiera de los socios. Los documentos del juicio demuestran de forma concluyente que Gutenberg se dedicaba a la impresión. Varios testigos mencionan que los socios eran propietarios de una prensa y el tornero Conrad Saspach declaró que él la había construido. La declaración hace referencia a tipos, una cantidad de plomo y otros metales y un instrumento misterioso de cuatro piezas, sujeto por gatos dobles (probablemente un molde para tipos). El orfebre Hans Dünne había testificado que, en 1436, había vendido material a Gutenberg por un centenar de florines «exclusivamente para aquello que estaba relacionado con la impresión». A mediados de la década de 1440, Gutenberg regresó a Maguncia, donde resolvió los problemas técnicos, administrativos y de producción que habían plagado los intentos previos de impresión tipográfica. Tardó diez años para hacer su primera impresión y veinte para imprimir el primer libro tipográfico: la llamada «Biblia de las cuarenta y dos líneas» (abajo).
La impresión tipográfica no surgió directamente de la impresión en bloques, porque la madera era demasiado frágil. La impresión con bloques de madera siguió siendo popular entre los chinos, porque para ellos la alineación de los caracteres no era crucial y resultaba impensable mantener en orden los más de cinco mil caracteres b ásicos. En cambio, por la necesidad de alineación exacta y el modesto sistema alfabético de alrededor de dos docenas de letras, la impresión de textos con tipos independientes, móviles y reutilizables resultaba muy conveniente en Occidente.
Fueron necesarios una serie de pasos para crear la impresión tipográfica. Había que elegir un estilo de letra. Gutenberg eligió, evidentemente, el estilo de letra «textura» , cuadrada y compacta, que habitualmente usaban los escribas alemanes de aquella época. Los primeros impresores trataron de competir con los calígrafos, imitando su trabajo lo más posible. Este tipo de letra sin curvas sutiles estaba tan bien hecho, que los caracteres de la Biblia de cuarenta y dos líneas apenas se distinguen de la buena caligrafía.
A continuación, había que grabar cada carácter tipográfico (las letras minúsculas y las mayúsculas, los números, los signos de puntuación y las ligaduras) en la parte superior de una barra de acero para hacer un punzón, que a continuación se introducía en una matriz de cobre o latón más blanda para obtener una impresión negativa de la forma de la letra.
Lo fundamental del invento de Gutenberg era el molde tipográfico (abajo), que servía para moldear las letras por separado. Todos los caracteres tenían que ser planos paralelos en todos los sentidos y exactamente de la misma altura. El molde tipográfico de dos partes de Gutenberg, que se ajustaba para aceptar matrices para caracteres estrechos («1») y también anchos («M»), permitía moldear grandes volúmenes de tipos con tolerancias críticas. Para los tipos hacía falta un metal lo bastante blando como para fundirlo, pero lo bastante duro como para resistir miles de impresiones, y que no se expandiera ni se contrajera al fundirse, al verterse en el molde tipográfico ni al regresar al estado sólido al enfriarse. Como metalista, Gutenberg sabía que el metal antimonio plateado claro, se expande cuando se enfría y pasa de estado líquido a sólido, a diferencia de la mayoría de los metales, que se contraen al enfriarse. Inventó una aleación única de 80 por ciento de plomo, 5 por ciento de estaño y 15 por ciento de antimonio para mantener un volumen constante durante todo el proceso de fabricación del tipo. Como necesitaba unos cincuenta mil tipos individuales para usarlos al mismo tiempo, la velocidad, la precisión y la economía que se conseguían con este molde tipográfico y su proceso de moldeado fueron decisivas. La tipografía se guardaba en cajas compartimentadas de las que se extraía, letra por letra, para componer las líneas. Una vez impresa la página, los tipos se volvían a poner en los compartimentos, letra por letra.
El impresor en bloques medieval utilizaba una tinta muy diluída, hecha de agallas de roble. Esta tinta daba muy buenos resultados sobre bloques de madera porque absorvía la humedad sobrante, pero se corría o formaba charcos sobre los tipos de metal. Gutenberg utilizó aceite de linaza hervido, coloreado con pigmento negro de hollín, que producía un tinta espesa y pegajosa, que se podía aplicar de forma homogénea. Para entintar los tipos, se colocaba una porción de tinta sobre una superficie plana, y se embadurnaba con una pelota de cuero blanda para cubrir la parte inferior de la bola, que a continuación se pasaba sobre los tipos para cubrirlos con una capa homogénea de tinta.
Hacía falta una prensa fuerte y resistente, que tuviera fuerza suficiente para presionar la tinta de los tipos contra la superficie del papel. Existían muchos prototipos en las prensas que se utilizaban para fabricar vinos, quesos y papel de embalar y, para imprimir, Gutenberg adaptó sus diseños, que se basaban en un tornillo grande que hacía bajar y subir una plancha. La prensa y el sistema de Gutenberg se utilizaron durante cuatrocientos años con pequeñas mejoras. Esta máquina de precisión permitía una velocidad de impresión tremenda y una calidad constante, en contraste con el método de tampones manuales utilizado en Oriente y por los primeros impresores en bloque europeos. Entre las mejoras posteriores cabe mencionar una frasqueta para proteger los márgenes y otras zonas que no había que imprimir, la modificación del tornillo para reducir la energía necesaria para imprimir y un dispositivo de apertura rápida para que hiciera falta menos energía para levantar la plancha que para bajarla. Con el tiempo, un mecanismo mecánico de conexión sustituyó al tornillo. Los artesanos de las artes gráficas que intervienen en la producción de libros se ilustran en la figura de abajo
Entre los primeros ejemplos que se conservan de diseño tipográfico e impresión figuran un poem a alemán sobre el Juicio Final, cuatro calendarios y una serie de ediciones de una gramática latina de Donato. Los primeros ejemplares con fecha son las cartas de indulgencia expedidas en Maguncia en 1454 (figura de abajo). Él papa Nicolás V hizo llegar este perdón de los pecados a todos los cristianos que habían contribuido a financiar la guerra contra los turcos. Parece que los agentes que vendían copias manuscritas a principios de 1454 se enteraron del trabajo de Gutenberg y se dieron cuenta del valor de imprimir esta carta en cantidad. Se encargaron siete ediciones en dos estilos durante 1454 y 1455, que se contaron por miles.
Como Gutenberg tenía que destinar buena parte de sus recursos financieros a pagar los gastos incesantes de investigación y desarrollo, en 1450 tuvo necesidad de pedir en préstamo ochocientos florines a Johann Fust (ca.1400-1466), un rico burgués y comerciante de Maguncia, para continuar su trabajo. Se ofreció como garantía el equipo de impresión. En algún momento, a Gutenberg se le ocurrió la idea de imprimir una Biblia. Alrededor de 1452 tuvo que volver a pedir ochocientos florines a Fust «para su beneficio común», estableciendo una sociedad «para la producción de libros».
Fue necesario un esfuerzo heroico para producir aquel primer libro tipográfico, que también es uno de los mejores ejemplos del arte del impresor. Las grandes páginas, de 30 por 40,5 centímetros, tienen dos columnas de tipografía, separadas por un margen generoso de 2,9 centímetros. Las primeras nueve páginas tienen cuarenta líneas por columna; la décima tiene 41 líneas por columna y el resto, cuarenta y dos líneas por columna. No se sabe si Gutenberg lo copió de un manuscrito similar o si comenzó una Biblia de cuarenta y una líneas y después aumentó la cantidad de líneas por columna para economizar. Con 1282 páginas en una obra en dos volúmenes, el incremento de dos líneas por columna permitió ahorrar sesenta páginas. Este proyecto fantástico comenzó con dos prensas, a las cuales se añadieron cuatro más. Con líneas de alrededor de treinta y tres caracteres, cada página tenía más de dos mil quinientos caracteres, compuestos con una tipografía de 290 caracteres distintos. La gran cantidad de caracteres alternativos y ligaduras permitió a Gutenberg alcanzar la riqueza y la variedad de una página manuscrita. Para enriquecerla aún más, se dejaron espacios en blanco para que un escriba dibujara posteriormente iniciales decorativas. Fue posible una justificación rigurosa de las columnas, porque las palabras latinas se podían abreviar con facilidad: colocando símbolos de abreviación encima de las palabras se podían sustituir hasta seis letras. La edición de doscientos diez ejemplares constó de ciento ochenta en papel y treinta en vitela y se utilizaron cinco mil pieles de borrego muy bien preparadas.
En 1455, cuando estaban cerca de concluir el trabajo, de repente Fust demandó a Gutenberg por 2026 florines en pago de los préstamos y los intereses. El 6 de noviembre de aquel año, el tribunal dictó sentencia a favor de Fust y se le exigió comparecer en el monasterio local y prestar juramento ante Dios de que estaba pagando intereses por parte del dinero que había prestado a Gutenberg. Fust compareció y cumplió la orden haciendo el juramento. Gutenberg no se presentó. En su lugar, envió a dos amigos a suplicar a Fust que le concediera más tiempo. Fust se negó y tomó posesión del equipo de impresión de Gutenberg y del trabajo que se estaba realizando. Cuando estaba a punto de acabar una Biblia de cuarenta y dos líneas de un valor inconmensurable, que le habría permitido saldar todas sus deudas, a G utenberg se le prohibió el acceso a su taller.
Fust llegó enseguida a un acuerdo con el hábil ayudante y regente de Gutenberg, Peter Schóffer (ca. 1425-1502), artista y diseñador experto en iluminación y compraventa de manuscritos y escriba de la Universidad de París en 1449, que posiblemente desempeñó un papel fundamental en el desarrollo del formato y el diseño de los tipos para la Biblia de cuarenta y dos líneas. En tal caso, puede que fuera el primer diseñador de tipografías. Con Fust como administrador del negocio y Schóffer a cargo de la impresión, la empresa de Fust y Schóffer llegó a ser la imprenta más importante del mundo y estableció una dinastía familiar centenaria de impresores, editores y libreros. Schóffer se casó con la hija de Fust, Christina, alrededor de 1467. La primera empresa que acometió la nueva sociedad fue la finalización de la Biblia de cuarenta y dos líneas. Como uno de los cuarenta y siete ejemplares que se conservan lleva una anotación marginal según la cual la rúbrica manuscrita (la aplicación de iniciales y títulos en tinta roja que hace el escriba) se finalizó el 24 de agosto de 1456, es probable que Fust adquiriera una producción casi completa cuando ejecutó el préstamo.
Las ventas de las Biblias de 42 líneas fueron rápidas y Fust viajó mucho para distribuirlas. Según un autor de la época. Fust fue a París con un paquete de Biblias y trató de venderlas como manuscritos. La Biblia de 42 líneas no tenía portada, páginas numeradas ni ninguna otra innovación que la distinguiera de un libro manuscrito. Es probable que tanto Gutenberg como sus clientes lo quisieran así. Cuando los franceses observaron la cantidad y la uniformidad de los volúmenes, pensaron que había intervenido la brujería. Para evitar acusaciones y condenas, Fust se vio obligado a revelar su secreto. Se supone que este acontecimiento es la base de la historia popular, narrada por varios autores, del mago alemán Doctor Fausto (Johann Faust según una versión anterior), que, insatisfecho con los límites del conocimiento humano, vendió su alma al diablo a cambio de saber y poder.
El 14 de agosto de 1457, Fust y Schóffer publicaron un espléndido Salterio en latín con un formato de página monumental: 30,5 por 43,2 centímetros. Las grandes iniciales rojas y azules se imprimieron con planchas de metal de dos partes que o bien se entintaban por separado, se volvían a montar y se imprimían con el texto en una impresión de prensa o bien se estampaban después de imprimir el texto. Estas famosas iniciales decoradas en dos colores constituyeron una gran innovación; su vitalidad y su elegancia tipográficas compiten con las páginas de los manuscritos más bellos. El Salterio en latín fue también el primer libro que lleva el pie de imprenta y el sello del impresor, la fecha de publicación impresa y el colofón. La traducción del colofón es la siguiente: «Este Libro de los Salmos, adornado con hermosas mayúsculas y con abundancia de rúbricas, ha sido cread o mediante el ingenioso invento de la impresión y la estampación , sin pluma alguna, y, para mayor gloria de Dios, ha sido acabado con diligencia por Johann Fust, ciudadano de Maguncia, y Peter Schóffer de Gernsheim , en el año de Nuestro Señor de 1457, en vísperas de la fiesta de la Asunción».