+54 11 3326 9835
contact@formandart.com
11 a.m. to 19 p.m. GMT


La aportación asiática I

La civilización occidental nació de fuentes confusas a orillas de los ríos Tigris y Eufrates, en Mesopotamia, y a lo largo del curso del Nilo, en Egipto Los orígenes de la extraordinaria civilización que se desarrolló en el territorio inmenso y antiguo de China están envueltos en un velo de misterio similar. Cuenta la leyenda que, en el año 2000 a.C. , estaba evolucionando una cultura prácticamente aislada de las zonas civilizadas de Occidente. Algunas de las numerosas innovaciones desarrolladas por los antiguos chinos cambiaron el curso de los acontecimientos humanos. La brújula posibilitó la exploración y la navegación; la pólvora, que los chinos empleaban para los fuegos artificiales, alimentó un aspecto belicoso del temperamento humano y modificó la naturaleza de la guerra; la caligrafía china, un sistema de escritura antiguo, es el sistema de lenguaje visual que más personas utilizan en la actualidad; el papel, un soporte espléndido y económico para transmitir información; y la imprenta, la duplicación de palabras e imágenes, hicieron posible la amplia difusión de pensamientos y obras Los europeos adoptaron estas invenciones chinas y ls utilizaron para conquistar buena parte del mundo: la brújula —es posible que se desarrollara en Europa de forma independiente— orientó a los primeros exploradores a través de los mares y por todo el planeta; las armas de fuego permitieron a los europeos someter a ios aborígenes de África, Asia y América, y la impresión en papel se convirtió en el método para difundir la lengua, la cultura, la religión y la legislación europeas por todo el mundo.



La caligrafía china

Como los jeroglíficos egipcios y la escritura maya de América Central, el sistema chino de escritura es un lenguaje puramente visual. No es alfabético y cada símbolo está compuesto por una cantidad de líneas de formas diferentes dentro de un cuadrado imaginario. Según la leyenda, el primero que escribió en chino, alrededor del 1800 a.C., fue Tsang Chieh, que se inspiró para inventar la escritura al contemplar las marcas de las garras de aves y las pisadas de los animales. Tsang Chieh procedió a inventar pictogramas elementales de los objetos naturales. Estas imágenenes son muy estilizadas y están compuestas por una cantidad mínima de lineas, pero son muy fáciles de descifrar. Los chinos sacrificaron el realismo de los jeroglíficos en aras de diseños más abstractos.

Parece que los chinos tuvieron en cuenta lo estético desde los comienzos de su escritura. Primero surgieron los nombres sustantivos simples y el lenguaje escrito fue madurando lentamente y enriqueciéndose a medida que se inventaban caracteres para expresar sentimientos, acciones, colores, tamaños y tipos. Los caracteres chinos son «logogramas», es decir, símbolos gráficos que representan una palabra entera (Por ejemplo, el símbolo «$» es un «logograma» que representa la palabra «dólar».) Aparecieron ideogramas y prestamos fonéticos (se tomaba prestado el símbolo de una palabra que sonaba parecido), pero el chino escrito nunca se descompuso en símbolos silábicos, como la escritura cuneiforme, ni en símbolos alfabéticos para los sonidos básicos. Por consiguiente, no hay una relación directa entre el chino hablado y el escrito. Los dos son sistemas independientes para transmitir ideas: un sonido de la boca a la oreja y un simbolo de la mano al ojo. Aprender los cuarenta y cuatro mil caracteres que constituyen todo el vocabulario era señal de sabiduría y erudición. Los japoneses adaptaron los logogramas chinos para su lenguaje escrito, a pesar de las grandes diferencias entre las dos lenguas habladas. Los distintos dialectos hablados del chino también se escriben con los mismos logogramas.




La escritura china más antigua que se conoce es la llamada jiaguwen (chiakuwen), o «escritura en caparazones y huesos» (figuras 3-1 y 3-2), que se utilizó desde el 1800 hasta el 1200 a.C. Estaba muy relacionada con el arte de la adivinación, el intento de predecir los acontecimientos futuros mediante la comunicación con los dioses o con los antepasados muertos hacía mucho tiempo. Esta escritura antigua era pictográfica, al igual que los jeroglíficos y la escritura cuneiforme. Los pictogramas chinos aparecen como incisiones en caparazones de tortugas y en los omóplatos planos de animales grandes, llamados «huesos-oráculos», que transmiten las comunicaciones entre los vivos y los difuntos. Cuando uno quería consultar a un antepasado exaltado o a una divinidad, le pedía al adivinador real que inscribiera el mensaje sobre el hueso pulido de un animal. El adivinador clavaba una barra de metal al rojo vivo en un agujero del hueso inscrito y el calor producía una red intrincada de grietas. A continuación, el adivinador leía o interpretaba estas grietas, en la creencia de que eran mensajes de los muertos.




La fase siguiente de la caligrafía china, llamada jinwen (chinwen), o «escritura en bronce», consistía en inscripciones sobre objetos fundidos en bronce, como recipientes para comida y agua, instrumentos musicales, armas, espejos, monedas y sellos. Los mensajes se inscribían en los moldes para vaciado, a fin de conservar las respuestas recibidas de los dioses y los antepasados durante la adivinación. Por su duración, el bronce también resultaba adecuado para tratados importantes, códigos penales y contratos jurídicos. Los recipientes ceremoniales que se utilizaban para contener las ofrendas de alimentos durante el culto a los antepasados y los recipientes que llevaban inscritas dedicatorias (figura 3-3) contenían caracteres bien formados y alineados en orden. La mayoría de las inscripciones se hacían dentro de los recipientes y los caracteres eran más estudiados y regulares que los de las inscripciones en caparazones y huesos.

Los artistas de distintos lugares desarrollaron sistemas de escritura diferentes hasta que el poderoso emperador Shih Huang Ti (ca 259-210 a. d C .) unificó la caligrafía china. Durante su reinado, los confucianos fueron enterrados vivos y se quemaron sus libros. Miles de vidas fueron sacrificadas para construir la Gran Muralla china para proteger al emperador y su imperio, pero también unificó el pueblo chino en una sola nación y promulgó decretos reales para unificar los pesos, las medidas, la longitud de los ejes de los carros, las leyes y la escritura. Se encomendó al primer ministro Li Ssu (ca. 280-208 a. de C.) la misión de diseñar el nuevo estilo de escritura. Esta tercera fase en la evolución del diseño de la caligrafía china se llama hsiao chuan, o «estilo del pequeño sello» (figura 3-1). Las líneas se dibujan con trazos más gruesos y más regulares. Este estilo gracioso y fluido utiliza más curvas y círculos resulta mucho más abstracto que los dos estilos anteriores. Todos los caracteres están bien equilibrados y llenan correctamente su cuadrado imaginario.




El último paso en la evolución de la caligrafía china es el Lenshu (también llamado kaishu, o «estilo regular») (figura 3-4), se se ha venido usando de forma permanente durante casi dos años. En el estilo regular, la sensibilidad y la habilidad del calígrafo controlan cada línea, punto y matiz del pincel. Existe una variedad infinita de posibilidades de diseño en cada palabra, estructura, la composición, la forma, el grosor del trazo y la relación de los los trazos entre si, y con los espacios en blanco que los rodean son factores de diseño que dependen de la persona que escribe. La caligrafía de estilo regular tiene una belleza abstracta que compite con los máximos logros humanos en arte y diseño. De hecho, se considera la forma artística suprema en China, más importante incluso que la pintura. Hay lazos estrechos entre la pintura y la caligrafía oriental: las dos se ejecutan con tinta sobre papel o seda, utilizando pinceladas gestuales.




Se puede seguir el rastro de la evolución de la escritura china desde sus orígenes pictográficos mediante uno de los primeros caracteres; por ejemplo, el carácter prehistórico correspondiente al caldero de tres patas llamado li, que actualmente es la palabra que designa al «trípode» (figura 3-5). El li fue un diseño de producto innovador, porque el ennegrecimiento de algunos de los ejemplares que se conservan indica que se ponía al fuego para calentar su contenido rápidamente. En la escritura de los huesos-oráculos, era un pictograma fácil de reconocer. En la escritura en bronce del 1000 a. de C ., este carácter se había simplificado. En el carácter en estilo regular vuelven a aparecer el fondo tripartito y la parte superior plana de las formas anteriores.




La pintura de bambú del Álbum de las ocho hojas (figura 3-6) de Li Fangying (1695-1754) muestra cómo los trazos vividamente descriptivos hechos con un pincel de bambú combinan caligrafía y pintura, poema e ilustración en una comunicación unificada. La naturaleza es la inspiración para ambos y cada trazo y cada punto están dotados de la energía de lo vivo. Los niños comienzan su formación dibujando hojas y tallos de bambú con el pincel para aprender los trazos básicos.

Con la caligrafía se pueden expresar estados espirituales y sentimientos profundos. Las pinceladas gruesas y lánguidas acongojan, mientras que los poemas escritos para celebrar la primavera tienen una exuberancia ligera. Una vez preguntaron a un maestro calígrafo por qué hundía tanto los dedos manchados de tinta en los pelos de su pincel; respondió que sólo así podía sentir cómo fluía el tao (el espíritu cósmico que actúa por todo el universo en los objetos animados y los inanimados) de su brazo al pincel y de este al papel.




Se decía que la caligrafía tiene huesos (autoridad y tamaño), carne (la proporción de los caracteres), sangre (la textura de la tinta líquida) y músculos (espíritu y fuerza vital). El exuberante Paisaje de montaña y rio (figura 3-7) del maestro calígrafo Shitao Yuanji (1630-ca. 1707) muestra lo dinámica e imaginativa que puede ser la caligrafía, con pinceladas anchas que bajan por la hoja, en contraste con las pinceladas alegres y delicadas de los caracteres más pequeños. Demuestra la capacidad de la caligrafía china para evocar objetos naturales, convirtiendo movimiento y energía en un todo orgánico.



La invención del papel

Los registros dinásticos atribuyen la invención del papel a Ts'ai Lun, eunuco y alto funcionario del gobierno, que comunicó su invención al emperador Ho en el 105 d. de C . No se sabe si Ts’ai Lun inventó realmente el papel, si perfeccionó un invento anterior o si auspició su invención. No obstante, ha sido santificado como el dios de los fabricantes de papel.

Anteriormente, los chinos escribían sobre tablillas de bambú o tiras de madera, usando una pluma de bambú con una tinta espesa y duradera, cuyos orígenes son confusos. Se depositaba pigmento negro de hollín encima de una tapa abovedada sobre un recipiente de aceite con varias mechas encendidas. Se recogía el pigmento negro de hollín, se mezclaba bien con una solución de goma, utilizando un mortero y una mano de mortero, y a continuación se le daba forma de varillas o cubos. Para escribir, se devolvía la varilla o el cubo al estado líquido, frotándolo en agua sobre una piedra de entintar. Las tiras de madera se utilizaban para mensajes breves; para comunicaciones más largas se empleaban trozos de bambú de veintitrés centímetros, unidos con tiras de cuero o hilo de seda. Estos soportes, aunque abundantes y fáciles de preparar, eran pesados. Cuando se inventó el tejido de seda, también se utilizaba como superficie para pintar, pero resultaba muy costoso.

El proceso de Ts'ai Lun para fabricar papel continuó casi sin cambios hasta que se mecanizó en Inglaterra en el siglo XIX. En una cuba con agua se ponían en remojo fibras naturales (como corteza de morera, redes de cáñamo y trapos), que después se machacaban con el mortero hasta obtener una pulpa. Un operario introducía en la pulpa disuelta un molde como un armazón con el fondo de criba y retiraba una cantidad suficiente para hacer una hoja de papel. Con habilidad y en fracciones de segundo, el operario levantaba el molde de la cuba, lo hacía oscilar y lo sacudía para cruzar y entretejer las fibras mientras el agua se escurría por abajo. A continuación, el papel se secaba o se apretaba contra una tela de lana, a la cual se adhería mientras se secaba. El molde quedaba listo para volver a usarlo de inmediato. Las hojas secadas se apilaban, se prensaban y a continuación se colgaban a secar. La primera mejora importante en el proceso fue el uso del encolado de almidón o la gelatina para endurecer y reforzar el papel y aumentar su capacidad para absorber tinta.

Durante las primeras décadas, algunos chinos antiguos consideraron el papel un sustituto barato de la seda o el bambú, pero, a medida que fue pasando el tiempo, su escaso peso, el bajo precio de su fabricación y su versatilidad superaron todas las reservas. El papel primitivo era burdo y tenía fibras largas, pero eso no supuso ningún problema, porque el principal instrumento para escribir era el pincel de pelo, que se había inventado muchos siglos antes. Se hacían rollos para escribir pegando hojas de papel, que a veces se teñían en delicados tonos azul pizarra, amarillo limón o un amarillo pálido y cálido. Estas hojas se enrollaban alrededor de espigas de sándalo o marfil, que a veces se guarnecían con jade o ámbar. Además de escribir en él, los chinos utilizaban el nuevo material para envolver regalos, para cubrir las paredes, como papel higiénico y como servilleta.



El descubrimiento de la imprenta

La imprenta, un avance importantísimo en la historia de la humanidad, fue un invento chino. La primera forma fue la impresión en relieve, que consiste en recortar los espacios en torno a una imagen sobre una superficie plana, entintar la superficie que queda en relieve, colocar encima una hoja y frotar para transferir al papel la imagen entintada. Se han propuesto dos hipótesis con respecto a la invención de la imprenta. Una es que el uso de sellos grabados para dejar marcas de identificación evolucionó hasta la impresión. En el siglo III a. de C. ya se utilizaban sellos o timbres para dejar una impresión sobre arcilla blanda. A menudo se envolvían en seda unas tiras de bambú o de madera con algo escrito y después se sellaba con arcilla estampada con una impresión.




Durante la dinastía Han (siglo III d. de C.) se hacían unos sellos llamados «cortes» o chops (figura 3-8), tallando caracteres caligráficos en una superficie plana de jade, plata, oro o marfil. El usuario entintaba la superficie plana, presionándola sobre una tinta roja pastosa hecha con cinabrio, y después la presionaba sobre un soporte para sacar una impresión, como se hace actualmente con los sellos de goma. La impresión era una forma roja con caracteres blancos. Alrededor del 500 d. de C. se empezaron a usar chops en los que el artesano había recortado la zona negativa en torno a los caracteres, para poder imprimirlos en rojo y dejar el papel en blanco alrededor (véase la figura 3-4). Ya tenían a su disposición la técnica fundamental para imprimir con bloques de madera tallada. La pintura hecha por Yuan Chao Meng-fu en el siglo XIV de una cabra y una oveja (figura 3-9) lleva impresos los dos tipos de chops en su superficie: caracteres blancos invertidos sobre un fondo compacto y caracteres compactos rodeados de un fondo blanco.


3-9: Yuan Chao Meng-fu: "Una cabra y una oveja", siglo XIV

La segunda teoría sobre los orígenes de la imprenta se centra en la antigua costumbre china de hacer copias por frotado con tinta de inscripciones talladas en piedra (figura 3-10). A partir del 165 d. de C. se tallaron en piedra los clásicos confucianos para asegurar su registro exacto y permanente. Lo malo de estos «libros» de piedra eran el peso y el espacio que ocupaban. Para guardar las tablillas de una obra histórica, que se disponían como hileras de lápidas, hacEian falta cincuenta mil metros cuadrados. No tardaron en hacerse copias de estas inscripciones mediante el frotado con tinta. Se extendía sobre la piedra una hoja húmeda de papel fino, que se presionaba con un pincel rígido para introducirlo en las depresiones de la inscripción. A continuación se frotaba ligeramente la superficie con una almohadilla de tela entintada para obtener una imagen en tinta de la inscripción grabada. Aunque con este método la tinta se aplicaba encima del papel, en lugar de a la imagen en relieve, el proceso está relacionado con la impresión en relieve.


3-10: Estela dedicatoria budista, ca. 562. Esta tablilla votiva caliza es un ejemplo de la antigua costumbre china de hacer inscripciones permanentes y exactas, tallándolas en piedra.

En el siglo II d. de C. también se hacían copias por frotado de esculturas de piedra en relieve talladas como santuarios para ofrendas y tumbas (figura 3-11). En cierto modo, estos relieves estaban más cerca de la pintura que de la escultura, porque las figuras que se aglomeraban en los diseños complejos se trataban como siluetas planas con detalle lineal y muy poca profundidad espacial. En retrospectiva, estas tallas votivas y funerarias no parecen esculturas ni pinturas, sino más bien planchas de madera en relieve para hacer grabados.




No sabemos si la impresión en relieve deriva de los chops, de las copias por frotado de las inscripciones en piedra o de una síntesis de ambos. Quién inventó la impresión en relieve y cuándo y dónde comenzó sigue siendo un misterio. Marcan la ruta unas reliquias sin fecha: tejidos estampados, imágenes estarcidas y miles de impresiones de la figura de Buda. Alrededor del 770, cuando se hizo la primera impresión en relieve que se puede datar, la técnica estaba bien desarrollada. Utilizando un pincel y tinta, se preparaba el material que había que imprimir sobre una hoja de papel fino. Se hacía la caligrafía y se dibujaban las imágenes. El xilógrafo aplicaba la hoja delgada sobre el bloque de madera lisa, con el lado de la imagen hacia abajo, después de humedecer la superficie con pegamento o cola; cuando el pegamento o la cola se secaban bien, se retiraba el papel, frotando con cuidado, de modo que, sobre la superficie del bloque, quedara una marca débil en tinta de la imagen invertida.

Trabajando con una velocidad y una precisión asombrosas, el xilógrafo tallaba la superficie en torno a la imagen entintada, dejándola en alto relieve. El impresor entintaba la superficie elevada, aplicaba una hoja de papel encima y a continuación frotaba el reverso del papel con un pincel rígido o de goma para transferir la tinta a la página, que a continuación se separaba del bloque. Este método era tan eficiente que un impresor hábil podía sacar más de doscientas impresiones por hora.

Durante el siglo VIII, la cultura china y el budismo se exportaron a Japón, donde se produjeron las impresiones datables más antiguas que se conservan. Consciente de la terrible epidemia de viruela que se había producido tres décadas antes, la emperatriz japonesa Shotoku decretó que se imprimieran un millón de copias de los dharani (hechizos) budistas y que se colocaran dentro de un millón de pagodas en miniatura, de unos 11,5 centímetros de alto (figura 3-12). La emperatriz estaba tratando de obedecer las enseñanzas de Buda, que había aconsejado a sus seguidores que hicieran setenta y siete copias de un dharani y las pusieran en una pagoda o que introdujeran cada una en su propia pagoda pequeñita de arcilla; esto les alargaría la vida y al final los conduciría al paraíso. Los esfuerzos de la emperatriz Shotoku fracasaron, porque murió más o menos cuando se estaban distribuyendo los hechizos, enrollados dentro de sus pequeñas pagodas de madera de tres pisos. Sin embargo, gracias a la cantidad de copias que se imprimieron y también a su valor sagrado, muchas de ellas se conservan todavía.


3-12 Hechizos budistas, llamados dharani, ca 770 d. de C. Estos primeros ejemplos de impresión en relieve, que se enrollaban y se introducían en pequeñas pagodas, tenían el texto impreso en caligrafía china en una cara y en sánscrito en la otra.

El manuscrito impreso más antiguo que se conserva es el Sutra del Diamante (figura 3-13), que consiste en siete hojas de papel pegadas para formar un rollo de 4,9 metros de largo y 30,5 centímetros de alto. Seis hojas de texto transmiten las revelaciones de Buda a su anciano discípulo, Subhuti; la séptima es una compleja ilustración lineal xilografiada de Buda y sus discípulos. Buda decretó que «quienquiera que repita este texto será incitado a la virtud». Parece que un tal Wang Chieh respondió al encargo de Buda, porque, según las últimas líneas del texto, hizo una distribución extensa y gratuita del Sutra del Diamante para honrar a sus padres en una fecha equivalente al 11 de mayo del 858. La excelencia de la impresión indica que el oficio había evolucionado hasta alcanzar un nivel alto en la época en que se produjo.


3-13 El Sutra del Diam ante, año 868. Wang Chieh encargó la reproducción impresa del Sutra del Diamante para su crecimiento espiritual; la amplia difusión del conocimiento fue algo incidental.


Recopilación del libro "Historia del diseño gráfico", de Philip B. Meggs y Alston W. Purvis.