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Cómic
La viñeta: encapsulación, y medio de control.

La función fundamental del arte de los cómics, comunicar ideas o historias por medio de palabras y dibujos, implica el movimiento de ciertas imágenes (ya sean personas o cosas) a través de un espacio. Para habérselas con la captura o encapsulación de esos acontecimientos en el flujo de la narración, es preciso desmenuzarlos en una secuencia de segmentos. A estos segmentos se les llama viñetas, y no corresponden exactamente a fotogramas cinematográficos. Más que un resultado de la tecnología, las viñetas son sobre todo parte del proceso creativo.

Al igual que las viñetas sirven para indicar el paso del tiempo, mostrar una serie de imágenes enmarcadas y en movimiento implica la presencia de pensamientos, ideas, acciones y lugares o emplazamientos. Por lo tanto, la viñeta trata de incluir los elementos más esenciales del diálogo: lo visualmente cognoscitivo y perceptivo, alfabeto incluido. El dibujante, para salir airoso de este nivel no verbal de la comunicación, debe tener en consideración tanto la experiencia humana cotidiana como el modo en que la percibimos, que parece consistir en viñetas o episodios.

Si, como señala Norman Cousins, "... el pensamiento secuenciado es el trabajo más difícil de toda la gama de esfuerzos humanos...", entonces el trabajo del dibujante de cómics debe ser calculado por lo comprensible que resulte. El artista secuencial "ve" por el lector, pues una de las particularidades del cómic es que no requiere del lector tanto su capacidad para analizar algo como para reconocerlo. Así pues, la cuestión vital es disponer la secuencia de acontecimientos (o dibujos) de forma que se llenen los vacíos de la acción. De tal forma que el lector pueda completar los acontecimientos interpuestos por medio de la propia experiencia. El logro depende de la habilidad del dibujante (por lo general más visceral que intelectual) para calibrar el conjunto de experiencias del lector.



Encapsulación

No debería sorprender a nadie el hecho de que el límite de la visión periférica del ojo humano esté muy relacionado con la viñeta tal y como la usa el dibujante para captar o "congelar" un segmento de lo que es en realidad un curso de acción ininterrumpido. Esta segmentación es, sin duda alguna, un acto arbitrario, y es en esta encapsulación donde el dibujante emplea su habilidad para narrar. La interpretación de los elementos dentro de la viñeta, la disposición de las imágenes y su relación entre sí en la secuencia, son la "gramática" básica con la que se construye la historia.

En la narración visual, la tarea del guionista/dibujante es registrar un fluir de experiencias y mostrarlo tal como sería captado por la vista del lector. Eso se consigue desmenuzando arbitrariamente el curso de experiencias en segmentos o escenas "congeladas" y encerrándolas en el interior de una viñeta.




El tiempo total transcurrido aquí puede tener una duración de minutos y la periferia de la escena ser muy amplia. De entre todo ese tiempo y espacio, hay que seleccionar la posición de los personajes con respecto al escenario, hay que congelarlo y encapsularlo en el interior de la viñeta. Existe una relación clarísima entre lo que percibe el lector como curso de los acontecimientos y lo que se congela en la viñeta.



La viñeta como medio de control

En el arte secuencial, el dibujante debe, desde un principio, captar la atención del lector y ordenar la secuencia en la que el lector seguirá la narración. Las limitaciones propias de latecnología son a la vez obstáculos y ventajas a la hora de intentar conseguirlo. El mayor obstáculo por superar es la tendencia del ojo a vagar. No hay manera, por ejemplo, de que el dibujante pueda evitar que el lector empiece a leer por la última viñeta de la página. El pasar de página proporciona un ligero control, pero en nada comparable al de una película.




El espectador de una película no puede ver el siguiente fotograma antes de que el creador lo permita, porque esos fotogramas, se muestran seguidos uno tras otro. Así pues, las películas, que son como una extensión de las tiras de un cómic, gozan de un control absoluto de su lectura, ventaja que comparten con el teatro. En un teatro cerrado, el arco del proscenio y los bastidores llegan a formar una viñeta, mientras el público está sentado en frente, de manera que puede ver la acción que transcurre delante de él.

Sintales ventajas técnicas, al historietista sólo le resta confiar en la cooperación tácita del lector. Eso no va más allea de la norma de lectura (de izquierda a derecha, de arriba hacia abajo, por lo menos en occidente), y las disciplinas cognoscitivas corrientes. En realidad es esa cooperación voluntaria, tan exclusiva de los cómics, la que sustenta el contrato entre el dibujante y su público.

En realidad, en los cómics hay dos tipos de "fotogramas": la página entera, en la que figuran una serie de viñetas, y cada una de éstas, en las que se desarrolla la acción. Ambos son instrumentos de control del arte secuencial.

Al lector (occidental) se le enseña a leer la página de izquierda a derecha y de arriba abajo. Ello queda reflejado en la disposición de viñetas en la página.

Éste sería el flujo normal ideal de la vista del lector. Ahora bien, no siempre es así en la práctica. A menudo, el lector empieza por echar una ojeada a la última viñeta. Pese a eso, el lector acaba por volver a la norma convencional.





Recopilación del libro "El cómic y el arte secuencial", de Will Eisner