José Antonio Muñoz nació el 10 de julio de 1942 en Buenos Aires. Desde muy pequeño mostró una fuerte inclinación por el dibujo, y a los diez años se inscribió en un curso por correspondencia de historieta. Poco después comenzó a estudiar dibujo, pintura y escultura con Humberto Cerantonio en su taller de La Paternal, donde también colaboraba como asistente. A los doce años ingresó a la Escuela Panamericana de Arte, donde tuvo clases con Alberto Breccia y conoció también la influencia de Hugo Pratt. En esa etapa, se vinculó con el entorno profesional de la historieta argentina, y trabajó como asistente de Francisco Solano López. Participó en revistas fundamentales del medio, como Hora Cero y Frontera, y llegó a ilustrar páginas finales de El Eternauta cuando tenía apenas quince años. En 1963, junto al guionista Eugenio Zappietro (más conocido como Ray Collins), creó Precinto 56, una serie de género policial que se publicó en la revista Misterix en Argentina y también en la italiana Sergente Kirk. Durante los años siguientes, colaboró en numerosas publicaciones locales, muchas veces bajo seudónimo, y participó activamente en organizaciones sindicales vinculadas al dibujo y la prensa.
En 1972 dejó Argentina y se radicó en Europa. Vivió primero en Londres, luego en Barcelona, y finalmente en Milán, donde se estableció definitivamente. En mayo de 1974 conoció al guionista argentino Carlos Sampayo, también radicado en el exterior, con quien iniciaría una extensa colaboración creativa. Un mes después de conocerse comenzaron a trabajar en Alack Sinner, una historieta centrada en un detective privado que se publicó inicialmente en Alter Linus (Italia) y en Charlie Mensuel (Francia) a partir de 1975. Con el tiempo, la figura de Sinner fue dando lugar a una red de historias más amplia, con personajes secundarios que asumían roles principales, relatos que se desdoblaban en otras líneas narrativas y nuevos temas que se alejaban del policial clásico. Obras como Sophie, El bar de Joe, El Poeta, Billie Holiday, Tango, Sudor Sudaca y Le Livre ampliaron el universo gráfico y literario que compartían Muñoz y Sampayo, y consolidaron un estilo visual y narrativo inconfundible.
A lo largo de estas décadas, Muñoz desarrolló un lenguaje gráfico fuertemente expresionista. Su trazo se caracteriza por el uso dramático del claroscuro, la fragmentación de las composiciones, la inestabilidad deliberada de la línea y una alta carga emocional en los rostros y en la gestualidad de los personajes. Su estética se alejó del naturalismo dominante en la historieta comercial y generó un impacto considerable en otros autores. Scott McCloud describió su estilo como “pozos de tinta y líneas desgarradas que revelan un mundo de decadencia y desesperanza”. La influencia de su obra puede rastrearse en historietistas como Frank Miller, Dave McKean o Warren Pleece. Su dibujo fue reconocido tanto en el ámbito del cómic como en el campo de la ilustración, y colaboró con textos de autores como Julio Cortázar, Albert Camus, Arthur Conan Doyle, H. G. Wells, Horacio Quiroga y T. S. Eliot. Entre sus libros de apuntes e ilustraciones se destacan Orillas de Buenos Aires (1999), Carnet Argentin (2000), Paris Parenthèses (2004), Encres (2012) y Faubourg Sentimental (2017), este último en colaboración con Alejandro García Schnetzer. En 2009 publicó también Carlos Gardel, la voz del Río de la Plata.
Su obra recibió numerosos premios internacionales. En 1978 obtuvo el premio al Mejor Álbum Extranjero en el Festival de Angoulême. En 1983 recibió el Yellow Kid al mejor dibujante en Lucca, y ese mismo año otro galardón en Angoulême. En 1994 ganó el Harvey Award a la mejor edición estadounidense de obra extranjera. En 2002 recibió la Medalla Max und Moritz, otorgada en el Festival de Erlangen, Alemania, como reconocimiento a su trayectoria. En 2007 fue distinguido con el Gran Premio de la Ciudad de Angoulême, uno de los máximos reconocimientos del medio, y al año siguiente fue presidente del jurado del mismo festival. Para esa edición, organizó además una gran exposición sobre la historieta argentina en el Musée de la Bande Dessinée, que reunió ochenta originales enviados desde Buenos Aires. En 2022, ya de regreso ocasional en su país natal, fue distinguido con el Premio Konex de Platino en la disciplina Humor e Historieta.
En septiembre de 2015, el Palais de Glace de Buenos Aires presentó Fragmentos, la primera exposición retrospectiva de José Muñoz en Argentina. La muestra, curada por el propio artista, incluía originales de historietas producidas entre 1974 y 2015, páginas de Alack Sinner, Sudor Sudaca, obras sobre Gardel y Billie Holiday, además de dibujos, pinturas y aguadas. Muñoz planteó esa retrospectiva como un ejercicio de reconstrucción parcial, no cronológico, que reunía “fragmentos narrativos y estéticos” de distintas épocas, lugares y temas. En sus palabras, se trataba de una “fricción entre historias de Argentina, Europa y Estados Unidos”, resultado de una vida marcada por el viaje, el desarraigo y las transformaciones. Durante la muestra, reconocía que el dibujo y la historieta habían sido para él una forma de atravesar la historia personal y colectiva: “La historieta y el dibujo me ayudaron a tolerar y sublimar estos sucesivos intríngulis”, decía. La exposición incluía también recuerdos íntimos, como personajes del barrio de su infancia, tangueros, mujeres melancólicas y homenajes a quienes habían desaparecido o muerto, pero que —según el propio Muñoz— “aún viven en mí”.
Desde hace décadas reside en Milán. Su obra ha sido traducida a más de diez idiomas y expuesta en Francia, Italia, Suiza, Alemania, Bélgica, España, Portugal y Argentina. A lo largo de su trayectoria, Muñoz ha mantenido una coherencia estética notable, marcada por una visión ética del dibujo y por una construcción visual radicalmente personal, sin concesiones al mercado ni a los modelos dominantes de representación.
Bibliografía consultada: