El papel del contraste en la composición
La visión está intensamente relacionada con la percepción de patterns, proceso que plantea la necesidad de discernimiento. R. L. Gregory, en "The Intelligent Eye", dice: «En este sentido, los patterns son muy diferentes de los objetos. Llamamos patterns a un conjunto de inputs, en el espacio o en el tiempo, que llegan al receptor» Ver significa clasificar los patterns para llegar a su comprensión o su reconocimiento. La ambigüedad es su enemigo natural y debe evitarse si queremos que el proceso de la visión funcione adecuadamente. Observamos un árbol. Si es vertical y tiene un aspecto recio, sabemos que podemos recostarnos en él. Si aparece peligrosamente inclinado y débil, no le confiaremos nuestro peso. Pero si la impresión recibida es una mezcla de estas dos, si no nos parece completamente débil, pero tampoco demasiado fuerte, estaremos recibiendo una información visual confusa. El pattern o input visual es en este caso inconcluyente. Habría que usar otros métodos para comprobar la resistencia del árbol. Una línea trazada en un cuadrado muy próxima de la central, pero separada de ella es un ejemplo más abstracto de esa misma situación (fig. 5.1).
La línea está lo suficientemente alejada del eje sentido para perturbar e intranquilizar al observador, pero no lo suficientemente lejos para dejar sentada su posición excéntrica con la necesaria claridad. La utilización más eficaz de los mecanismos de la percepción visual consiste en situar o identificar claves visuales en un sentido o en otro, en equilibrio o en desequilibrio, fuertes o amenazadoramente débiles. Los gestaltistas se ocupan de esta necesidad y llaman a esos dos estados visuales opuestos nivelación y aguzamiento. Koffka en su libro "Principies of Gestalt Psychology", define el aguzamiento como «un incremento o exageración» y la nivelación como «un debilitamiento o una mitigación de la peculiaridad de un pattern». En la terminología de las técnicas visuales, aguzamiento se puede considerar equivalente a contraste (fig. 5.2), y nivelación a armonía (fig. 5.3). Pero sea cual fuere el lenguaje descriptivo que utilicemos para designar los dos polos de la composición visual, el nivelado o el aguzado, lo importante es que ambos son instrumentos excelentes para construir una formulación visual con claridad. Su uso hábil contribuye considerablemente a evitar la confusión tanto en el diseñador como en el observador.
Los gestaltistas han investigado el reconocimiento del valor de estas dos técnicas visuales y han establecido que el ojo (y con él, el cerebro humano) no es disuadido en su inacabable búsqueda de resolución o cerramiento de los datos visuales que percibe. Wertheimer introdujo el principio que rige esta hipótesis y que denominó ley de Prágnanz definiéndola así: «La organización psicológica será siempre tan “buena” como lo permitan las condiciones reinantes.» No está muy claro qué quiere decir exactamente buena. Sin duda, con este adjetivo se indica la resolución en términos de regularidad, simetría y simplicidad. Fuerzas como la necesidad de terminar o conectar una línea inacabada (fig. 5.4), encerrar contornos o emparejarlos con otros similares según el «principio de la similitud» son aplicables aquí (fig. 5.5). Acabar las líneas o agrupar los contornos similares es un paso hacia la simplificación, un paso inevitable en la mecánica perceptiva del organismo humano. Ahora bien, ¿es esto tan deseable como indicaría el impulso fisiológico hacia ello?
La regularidad absoluta puede refinarse y regularse encaminándola hacia un resultado final perfecto dentro de una formulación visual. Es fácil determinarla y sencillo responder a ella. Nada se deja al azar, a la emoción o a la interpretación subjetiva en cualquiera de los extremos del modelo comunicativo estímulo-respuesta. Los griegos manifestaron su búsqueda absoluta y lógica de resultados armoniosos en el diseño de templos como el Parthenon. Aquí no sólo se utiliza la fórmula de la sección aúrea. la proporción matemáticamente determinada, sino que se prodiga el empleo más completo de equilibrio axial o simétrico (fig. 5.6).
Incluso se anticiparon a las ilusiones perceptivas en el diseño y la construcción, de modo que el templo fuese visto con la máxima perfección de que el hombre es capaz. Como el ojo transforma una línea recta en una curva cóncava (fig. 5.7 a) cuando la contempla desde lejos, los arquitectos griegos diseñaron las columnas de la fachada del templo con una ligerísima. casi imperceptible, convexidad (fig. 5.7 b) para compensar este fenómeno y producir la visión de una línea recta aparentemente perfecta (fig. 5.7 c). Realmente no se detenían ante nada en su búsqueda de la perfección. El efecto final fue el que realmente perseguían, un efecto completamente armonioso y equilibrado en el que nada quedaba visualmente sin resolver. Llamamos clásico a este estilo griego y asociamos a él una estabilidad total, la ausencia de equivocaciones por parte del diseñador y la inexistencia de factores que perturben al observador. Desde luego, responde en todo a los criterios que producirían la bondad de Wertheimer según su ley de Prágnanz; se ajusta a las demandas inconscientes de la mente y a la mecánica física del cuerpo. Y ésta es una cualidad que las instituciones oficiales se han ampropiado en el moderno mundo occidental, donde el estilo clásico aparece a menudo en los edificios públicos, particularmente en los palacios de justicia. No sólo la elección de este estilo arquitectónico asocia a sus constructores con el amor por el saber y los ideales democráticos de los griegos, sino también con su equilibrado racionalismo»». La figura de la Justicia con los ojos vendados, que pretende el equilibrio y la ecuanimidad, expresada simbólicamente por la balanza que lleva en la mano, se cumple visualmente en la simetría del diseño de un templo griego
Pero lo bueno tal como se define en la ley de Prágnanz,no tiene la simetría y el equilibrio por expresiones únicas; lo bueno describe también en este sentido la claridad de una formulación visual que puede conseguirse con el aguzamiento o, empleando otro término, con la técnica del contraste. Aunque la necesidad más obvia y patente del ser humano sea la de equilibrio y reposo, la necesidad de resolución es igualmente fuerte, y el aguzamiento ofrece grandes posibilidades de satisfacerla, pues la resolución es una prolongación de la ¡dea interna de armonía y procede más de la organización de la complejidad que de la simplicidad pura. Rudolf Arnheim, en "Art and Visual Perception", dice que la contradicción aparente de este hecho es «una dualidad conectada a las actividades paralelas del proceso de crecimiento y del esfuerzo por alcanzar objetivos vitales». La nivelación (fig. 5.8), como en el diseño de la fachada de un templo griego, es armoniosa y simple, pero el aguzamiento (fig. 5.9) tiene intenciones mucho más vitales en su carácter visual. Sin embargo, seríamos injustos si afirmásemos que la primera es más fácil de percibir que el segundo. Simplemente son distintos.
El acto de ver es un proceso de discernimiento y juicio. En la figura 5.8. ambos procesos pueden activarse y los resultados de su funcionamiento establecerse rápida y automáticamente por el observador. El ejemplo pone de manifiesto un equilibrio completo e indiscutible. Pero es posible predecir la misma respuesta rápida y automática por parte del observador a la figura 5.9. La definición de la estructura no es tan inequívoca, salvo en sentido negativo; los elementos visuales no son simétricos. No se equilibran en el sentido obvio que lo hacen los elementos de la figura 5.8. Pero el equilibrio no tiene por qué adoptar la forma de simetría. El peso de los elementos del diseño puede ajustarse también asimétricamente. Las fuerzas adicionales alejan el diseño de la simplicidad, pero el efecto lineal es el de un equilibrio estructurado por el peso y el contrapeso, por la acción y la reacción. El efecto final es legible y el espectador puede responder a él con bastante claridad; es simplemente un proceso más complejo y por tanto más lento (fig. 5.10). La misma capacidad perceptiva de la psicofisiología humana, que establece un equilibrio simétrico, puede medir y responder automáticamente a un equilibrio asimétrico. El proceso no es tan fácil de manifestar y definir, por lo que suele parecer intuitivo en lugar de físico.
Una cosa es cierta respecto al equilibrio asimétrico de la figura 5.10, y es que casi no está simétricamente equilibrada. El observador no es provocado por una ausencia de resolución ni conmocionado por la ambigüedad visual. El diseño está en un claro equilibrio no axial, y debido a la claridad de este hecho podemos decir que es una buena demostración de un estado de aguzamiento visual. Para conseguir una declaración visual clara, hay que decidirse tajantemente por una u otra vía, por lo nivelado o lo aguzado, por lo contrastado o lo armonioso. El diseñador debe seguir el consejo del pescador norteamericano: «pescar o quitar el cebo». El área intermedia entre la nivelación y el aguzamiento es confusa y poco clara y normalmente debemos evitarla por dar lugar a una comunicación tan mala como estéticamente fea.
Cuando las intenciones visuales del diseñador no están nítidamente perfiladas y controladas, el resultado es ambiguo y el efecto creado insatisfactorio y frustrador para el público (fig. 5.11). El equilibrio no puede establecerse claramente ni de un modo ni de otro. Los elementos no pueden organizarse y relacionarse, principalmente entre sí y secundariamente con el campo. A menos que ésta sea la impresión visual que pretende el diseñador (una posibilidad poco probable), hay que evitar la ambigüedad por ser el efecto visual más indeseable, y no sólo por psicológicamente perturbador, sino también por chapucero e inferior a cualquier nivel de los criterios de la comunicación visual.