Los niveles de todos lpos estímulos visuales contribuyen al proceso de concepción y reconcepción, realización y refinamiento de todos los trabajos visuales. Para ser visualmente alfabeto, es extremadamente necesario que el creador de la obra visual tenga presente cada uno de estos niveles individuales: pero es importante también que el espectador o sujeto tenga igual conciencia de ellos. Cada nivel, el representacional, el abstracto y el simbólico, tiene características propias que pueden aislarse y definirse, pero esas características no son conflictivas en absoluto. En realidad, se superponen, actúan unas sobre otras y refuerzan mutuamente sus cualidades específicas
La información visual representacional es el nivel más eficaz para la información directa e intensa de los detalles visuales del entorno, sean naturales o artificiales. Hasta la invención de la cámara, sólo los miembros de más talento y mejor adiestrados de una comunidad podían producir dibujos, pinturas y esculturas que representaran fielmente la información visual tal como ésta aparece ante la vista. Esta habilidad ha sido siempre admirada y el artista que la poseía considerado de una manera muy especial. Hay una especie de magia en la obra visual detallada y realista, aunque pueda considerársela superficial. El comentario tan común ante el retrato («es idéntico a mí») implicaun reconocimiento muy especial del artista. Pero todo esto ha cambiado con la cámara. El problema del parecido, desde que éste puede conseguirse con una instantánea o con un retrato en un estudio meticulosamente iluminado, ni siquiera se considera ya a la hora de evaluar una obra. La cámara produce un informe visual de cualquier cosa que se sitúe frente a ella con una asombrosa exactitud de detalles. Informa de lo que ve casi en demasía. Pero el comunicador visual tiene muchos procedimientos para controlar los resultados técnica y estilísticamente. Con todo, la representacionalidad, el informe realista de lo que ve, es algo natural en la cámara y tal vez constituye uno de los factores fundamentales en el creciente interés por el segundo nivel de la información visual, el nivel abstracto.
Como ya hemos visto, la abstracción ha sido el instrumento primario en el desarrollo de un plan visual. Es muy útil para la exploración no comprometida de un problema y para el desarrollo de opciones y soluciones visibles. La naturaleza de la abstracción libera al visualizador de las demandas que suponen representar la solución final acabada, y permite así que salgan a la superficie las fuerzas estructurales subyacentes de la composición, que aparezcan los elementos visuales puros y que se pueda experimentar directamente con las técnicas a aplicar. Es un proceso dinámico, plagado de comienzos y falsos comienzos, pero libre y cómodo por naturaleza. No es de extrañar que muchos artistas se interesen por la pureza de este nivel. Como ya vimos, el artista y el visualizador a veces se sienten liberados abordando con mayor libertad la expresión visual, y ello ha sido posible gracias a la honestidad mecaniconatural de la cámara para reproducir una formulación visual acabada y definitiva. ¿Por qué competir con ella? Siempre ha habido y habrá artistas con el adiestramiento, la habilidad y el interés suficientes para continuar la tradición del realismo, desde Salvador Dalí y sus obras surrealistas interpretadas de una manera hiperrealista y subjetiva al mismo tiempo hasta las pinturas sutilmente representacionales de Andrew Wyeth. Sin duda, siempre los habrá.
El interés de probar libremente soluciones visuales es. sin embargo, un inevitable deber para cualquier artista o diseñador que parta de la hoja en blanco y quiera avanzar hacia la composición y terminación de un plan visual. Esto no es cierto en el caso del fotógrafo, el cineasta o el cámara de televisión. En todos los casos, el trabajo visual básico está dominado por la información realista de detalle y, en consecuencia. inhibe al pensador fílmico de la investigación de un preplán visual. En el cine y la televisión hay un componente de lenguaje que es inherente al proceso de la realización pero, es triste decirlo, las palabras suelen usarse más en la previsualización del film que los elementos visuales. Una conciencia más profunda del carácter del nivel abstracto de los mensajes visuales por parte de todos aquellos que usan cámaras, puede abrir nuevos caminos a la expresión visual de ¡deas.
El último nivel de información visual, el simbólico, ha sido ya comentado con bastante extensión. El símbolo tanto puede ser una imagen simplificada como un sistema muy complejo de significados atribuidos, a la manera del lenguaje o los números. En todas sus formulaciones puede reforzar el mensaje y el significado en la comunicación visual de muchas maneras. En la imprenta, es un componente importante del carácter total de un libro, una revista o un cartel, y participa también en la formación de un diseño con datos visuales abstractos, aunque se transmita información con su forma e integridad propias. Para el diseñador es una fuerza interactiva que ha de tratarse en términos de significado y apariencia visual.
El proceso de creación de un mensaje visual consta de una serie de pasos que van desde los primeros bocetos de prueba hasta la elección y decisión finales, pasando por versiones intermedias cada vez más refinadas. Y aquí es preciso aclarar algo: la palabra final es aplicable en el punto en que así lo decida el visualizador. La clave de la percepción está en que todo el proceso creativo parece invertirse ante el receptor de los mensajes visuales. Este ve primero los hechos visuales, ya se trate de información extraída del entorno o de símbolos susceptibles de definición. En el segundo nivel de percepción, el sujeto ve el contenido compositivo, los elementos básicos, las técnicas. Es un proceso inconsciente, pero indispensable para que se produzca la experiencia acumulativa del input informativo. Si las intenciones compositivas originales del autor del mensaje visual son acertadas, es decir, han dado lugar a una solución sensata, el resultado será coherente y claro, será un todo que funciona. Si las soluciones son extraordinariamente acertadas, se puede calificar de elegante la relación entre forma y contenido. Con malas decisiones estratégicas, el efecto visual último es ambiguo. Los juicios estéticos que usan palabras como belleza» no tienen por qué verse envueltos en este nivel de interpretación, sino que corresponden a un punto de vista más subjetivo. La interacción entre propósito y composición, entre estructura sintáctica y sustancia visual, debe ser mutuamente fortalecedora para resultar visualmente efectiva. En conjunto, estos factores constituyen la fuerza más importante de toda la comunicación visual, la anatomía del mensaje visual.