Aunque le pagaban por crear obras para la realeza, Velázquez mantuvo un compromiso extremo de representar también personas y escenas cotidianas. Logró sofocar las influencias externas de la opinión popular, que consideraba que este trabajo era un desperdicio o carecía de sentido, creando piezas tan convincentes que no podían escapar al interés.
El estilo intensamente directo de Velázquez al pintar la verdad era de naturaleza fotorrealista y estaba muy adelantado a su tiempo. Infundió varias técnicas para representar con precisión los detalles y sus numerosos matices, incluidas pinceladas libres y sueltas, la utilización de gradientes de luz, color y forma, y un ojo para los detalles insuperable por sus compañeros. Este estilo se convertiría en uno de los primeros antepasados, tanto del realismo como del impresionismo.
También fue un maestro en el uso del claroscuro, o el tratamiento de luces y sombras en una pintura para crear un alto contraste. Utilizó esta técnica para resaltar puntos de particular importancia para el espectador y establecer una perspectiva atmosférica general.
La composición fue una herramienta estratégica para Velázquez a la hora de motivar al espectador a experimentar su obra tal como estaba prevista. Con este fin, a menudo utilizó estructuras diagonales, puntos focales complejos y planos separados para manipular el ojo hacia lo que era más importante o para estimular una comprensión más profunda de la imagen.
Su obra maestra , "Las Meninas" , se ha convertido en una de las obras más analizadas de la pintura occidental. Al colocar una interpretación de sí mismo como artista en una escena intensamente privada con sus súbditos reales, destacó no sólo la posición del pintor como alguien a quien se le permite vislumbrar momentos de intimidad de los que los espectadores normalmente no estarían al tanto, sino también retratarlos auténticamente armados con las herramientas y técnicas del oficio distintivas del artista. Es un gran testimonio del papel del pintor.
A Velázquez se le suele considerar una influencia clave en el arte de Édouard Manet y los impresionistas. Al llamar a Velázquez el "pintor de pintores", Manet admiraba la audaz combinación de pinceladas libres y sueltas que caracterizaban su estilo, aun cuando se mantuvo fiel a su formación en la academia barroca de sus contemporáneos. Manet se basó en los motivos de Velázquez en su propio arte.
Al final, la mayor contribución de Velázquez al arte fue su capacidad para respetar la línea entre tradición y modernidad de una manera que encendió tanto a los amantes del arte como a otros artistas simultáneamente. Bacon ha descrito el genio de Velázquez de esta manera: "Uno quiere hacer esto de simplemente caminar al borde del precipicio, y en Velázquez es muy, muy extraordinario que haya podido mantenerlo tan cerca de lo que llamamos ilustración y al mismo tiempo al mismo tiempo desbloquear tan profundamente las cosas más grandes y profundas que el hombre puede sentir."