+54 11 3326 9835
contact@formandart.com
11 a.m. to 19 p.m. GMT

Zinaida Yevgenyevna Serebriakova: Análisis de su obra

A pesar de la locura por el impresionismo francés, el cubismo y, más tarde, el realismo socialista, Zinaida Serebriakova se mantuvo fiel a la tradición realista rusa prerrevolucionaria. Sus primeras obras se consideran ahora entre las representaciones más cuidadosas y precisas de la campiña imperial rusa, elogiadas por su atención al temperamento tanto de la gente como de la tierra. La dedicación de Serebriakova a la verdad anatómica conduce a movimientos fluidos e inesperados que resaltan la plasticidad del cuerpo humano y encapsulaciones autobiográficas en sus retratos. Sus obras no pretenden ser fotografías, sino una manifestación de belleza de Serebriakova.

Una de las grandes influencias en la obra de la artista fue su vida en Neskuchnoye: estaba encantada con los colores puros del campo local, la tranquilidad de la vida en el campo y la libertad y plasticidad de los movimientos de los campesinos en el trabajo.

Desde su juventud, Zinaida Serebryakova se esforzó por expresar su amor por el mundo y mostrar su belleza. Sus primeras obras, "Chica de campo" (1906) y "Huerto en flor" (1908), hablan elocuentemente de esta búsqueda y de su aguda conciencia de la belleza de la tierra rusa y su gente. Estas obras son estudios realizados a partir de la naturaleza y, aunque ella era joven en ese momento, su extraordinario talento, confianza y audacia eran evidentes.

Una de sus grandes obras fue "Paño blanqueador" (1917), que reveló el sorprendente talento de Zinaida Serebryakova como artista monumental. Las figuras de las campesinas, retratadas sobre el fondo del cielo, ganan majestuosidad y poder gracias al horizonte bajo. La composición cromática, construida en torno a una combinación de grandes zonas de rojo, verde y marrón, confiere al pequeño cuadro el carácter de un lienzo decorativo monumental o parte de un gran friso. Esta magnífica obra es como un himno al trabajo campesino.

El elemento femenino profundamente personal en la obra de Zinaida Serebryakova continuó desarrollándose, y esto salió a la luz particularmente en sus autorretratos: en ellos, la ingenua coquetería de una niña alternaba ahora con una expresión de alegría maternal, ahora con una tierna y lírica tristeza.

El rasgo más destacado de sus paisajes y retratos posteriores es la propia personalidad de la artista: su amor por la belleza, ya sea en la naturaleza o en el hombre. Y, sin embargo, faltaba lo más importante: la conexión con lo que era cercano y querido para ella.


Resumen del artículo de Katheryn Weaver en museumstudiesabroad.org


Your help improves the quantity and quality of content