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Edward Hopper: Análisis de su obra

La imaginería de Hopper es consistentemente contenida, presentando parte de una historia o un aspecto sugerente. Al dejar muchos indicios pero sin respuestas específicas, fuerza al espectador a completar la narrativa. Este elemento de su arte tendría importantes repercusiones para el desarrollo del posmodernismo en el que el espectador tiene un papel importante en la comprensión de la obra de arte.

Los individuos de Hopper, normalmente representados aislados y desconectados de sus entornos, ya sea literalmente a través de ventanas de cristal o metafóricamente por medios formales, son manifestaciones del enfoque del artista en la soledad de la vida moderna. La crudeza de los detalles y la luz reveladora no modulada en muchas obras generan tensión, desviando la atención del espectador del sujeto dado y sugiriendo mucho sobre su experiencia emocional. De esta manera, la obra del artista actúa como un puente entre el interés por la vida cotidiana exhibido por la contemporánea Escuela Ashcan y la exploración del estado de ánimo por artistas existencialistas posteriores.

Muchas de las casas representadas por Hopper, animadas a través de medios artísticos, separadas de sus entornos, iluminadas con una luz blanquecina que destaca dramáticamente y proyecta sombras, vistas desde ángulos evocadores, han inspirado a la industria cinematográfica.

Las líneas horizontales, a diferencia de las verticales, relajan el alma. Al igual que el horizonte, te colocan en un estado de calma y contemplación. La clave estética de las pinturas de Edward Hopper es la "horizontalidad" de las líneas, en una combinación de escenarios y luz seleccionados.

La luz, el personaje principal de las pinturas de Hopper, cubre y descubre edificios, personas, recreando lo absoluto en las escenas y transmitiendo aquellos momentos silenciosos llenos de vida.



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