Bastien-Lepage no hizo concesiones al romanticismo en su arte, pues sentía el deber personal de permanecer «fiel a la naturaleza» y a la región del Mosa en la que creció. Su atención al detalle era tal que sus paisajes rurales tenían una calidad casi fotográfica. Un enfoque que contribuyó a definir un enfoque moderno alternativo de la pintura al aire libre, como el que practicaban artistas de la talla de Camille Pissarro y Alfred Sisley.
A diferencia de los artistas del Salón que viajaban a las provincias para crear visiones sentimentales de la vida rural, Bastien-Lepage pintó ese entorno como alguien que entendía la herencia del terreno y sus gentes. Sus paisajes estaban poblados de honrados trabajadores y campesinos que su pincel representaba con autenticidad y dignidad.
Muchos historiadores han establecido comparaciones directas entre Bastien-Lepage y el cofundador de la Escuela de Barbizon, Jean-François Millet. Ambos artistas celebraban el trabajo honesto de los campesinos. Pero mientras que Millet imbuía a sus personajes de una reverencia bíblica, los cuadros de campesinos de Bastien-Lepage «hablaban por sí mismos», en el sentido de que sus trabajadores de la tierra eran representados sin el adorno de un subtexto moral.
Bastien-Lepage complementa sus escenas rurales con una serie de retratos de gran belleza. Fue un retratista muy solicitado y su reputación se extendió por toda Europa. Con un manejo fluido del pincel y la paleta, sus retratos mostraban una rara empatía entre el artista y el retratado, mientras que sus retratados procedían de todos los grupos de la sociedad, como la nobleza, las figuras políticas, los artistas del espectáculo y las clases trabajadoras.
Aunque a veces se olvida, Bastien-Lepage fue un pintor de formación académica. Al principio de su carrera pintó magníficas parábolas religiosas. Pero el mayor legado de su formación académica llegó más tarde, cuando dio un vuelco a las convenciones de la pintura histórica al representar a la mayor heroína de guerra de Francia, Juana de Arco, como una campesina en un escenario naturalista contemporáneo. El cuadro no fue del agrado de todos los críticos, pero gozó de gran popularidad entre el público y sigue siendo posiblemente su pintura más conocida.
A pesar de una carrera que no duró más de una década, a Jules Bastien-Lepage -o el «pintor de campesinos», como se le conocía a veces- se le puede atribuir el mérito de haber ampliado el vocabulario del modernismo francés más allá de los tonos claros y el toque de los impresionistas. Construyó un puente entre la Escuela de Barbizon y la pintura académica francesa, al tiempo que dejaba que la influencia de los «nuevos pintores» influyera en su estilo. Conocido principalmente por dos géneros, el paisaje rural y el retrato, cautivó al Salón con la honestidad de sus lienzos y creó un grupo de devotos seguidores por toda Francia y Europa. Sin ser consciente de ello, Bastien-Lepage creó una obra muy personal que le permitió situarse en la cronología del movimiento naturalista.