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Mikhail Konstantinovich Anikushin: Análisis de su obra

Mikhail Konstantinovich Anikushin es un escultor polifacético y original. En su obra no se limitó a un único tema elegido, no imitó a nadie ni copió el estilo de otra persona. A Anikushin le encantaba crear en diferentes géneros y direcciones, desarrollando su propia letra, insuperable y expresiva.

Toda su vida disfrutó trabajando en esculturas de escritores. La literatura y sus figuras siempre han excitado la imaginación del escultor. Vio escritores no sólo románticos y soñadores, no sólo entusiastas e inquietos, sino también de espíritu fuerte, cuerpos fuertes con un núcleo interior profundo. Estos son Pushkin y Chéjov, inmortalizados por la mano fuerte y segura del maestro.

Anikushin diseñó y creó un ciclo completo de esculturas de Pushkin. Se trataba de monumentos, bustos y estatuas.

El escultor abordó cada creación individualmente, reflexionando profundamente no sólo sobre cómo transmitir el carácter peculiar del poeta, sino también sobre cómo encajaría la obra monumental en el entorno circundante: paisajes, edificios de la ciudad, y carreteras.

Entre las majestuosas y profundas obras de Anikushin, cabe destacar el monumento a Chéjov, erigido en la capital de la Federación Rusa. Mikhail Konstantinovich reflexionó durante mucho tiempo sobre cómo transmitir de manera única y original el talento insuperable y el potencial espiritual de su amado escritor con su escultura.

Anikushin decidió crear un monumento doble que representa a dos figuras: el escritor y su amigo Levitan. El escultor siempre se sintió atraído por la relación entre estos grandes talentos, representantes de la intelectualidad del siglo XIX. Sin embargo, el boceto del monumento no pasó el concurso y durante algún tiempo Mikhail Konstantinovich pospuso el trabajo en él.

Sólo treinta años después presentó al público una escultura nueva y reelaborada.

El monumento a Chéjov llamó la atención por su originalidad y originalidad. Éste no era el Chéjov que los habitantes de la capital estaban acostumbrados a ver: con gafas, con bastón y barba. Bajo los hábiles dedos de Anikushin, Anton Pavlovich apareció como una personalidad esquiva y al mismo tiempo brillante, que combina armoniosamente nobleza y talento, tragedia y destreza gallarda.

Entre otras obras de Anikushin, es imprescindible mencionar su escultura, donada por la Unión Soviética a la ciudad hermana japonesa de Nagasaki. La composición "Paz" representa a dos chicas tomadas de la mano. Dan vueltas, como en una danza, simbolizando alegría, paz y unidad. La escultura es simple y sin pretensiones, pero refleja vívidamente la idea del escultor de cooperación sincera entre diferentes pueblos.

Otras estatuas sociales y políticas de Mikhail Konstantinovich eran monumentos al líder del proletariado, tan comunes en la era soviética. Y aunque tales esculturas ya se erigieron de forma estereotipada y de pasada, Anikushin introdujo su visión individual y su visión personal en la estatua del líder.

El monumento a Lenin en la Plaza de Moscú contiene toda la profundidad y expresividad de la personalidad de Vladimir Ilich, su voluntad, energía y firmeza. Es interesante que la escultura no se detuviera en nuestra pose habitual. Por el contrario, Lenin se transmite en movimiento y en acción, lo que indica su carácter activo y la influencia que tuvo en la historia de toda Rusia. Es de destacar que la figura se ve diferente desde diferentes lados. Esto habla del raro estilo excepcional del escultor, capaz de transmitir lo simple de una manera brillante y variada.


Extracto y resumen del libro "Benvenuto Cellini ; Michail K. Anikushin", de Aldo Gerbino


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