ra Angelico, conocido póstumamente como el "Pintor Angélico", fue una figura clave en la revolución de la pintura italiana durante el Renacimiento temprano. Como fraile de la orden mendicante dominica, fusionó la piedad religiosa con innovaciones artísticas, creando frescos y retablos profundamente conmovedores que marcaron el período. Su obra no solo transformó la pintura tardo-medieval, sino que también influyó en generaciones posteriores de artistas, tanto en Italia como en el norte de Europa, e incluso en movimientos del siglo XIX como los prerrafaelitas.
La importancia de su obra se refleja en su impacto en colaboradores directos como Benozzo Gozzoli y en artistas no relacionados directamente con él, como Filippo Lippi. Su innovador tratamiento de la luz inspiró a figuras como Piero della Francesca y Melozzo da Forlì. Además, su influencia se extendió a pintores renacentistas posteriores como Luca Signorelli y Rafael, quienes incluyeron su retrato en obras como El Sermón y los Hechos del Anticristo (c. 1499-1502) y La Disputa del Santísimo Sacramento (c. 1509-1510), respectivamente, como símbolo de devoción. En el norte de Europa, artistas como Rogier van der Weyden adoptaron su estructura compositiva, evidente en obras como El Llanto de Cristo (c. 1460-1463). En el siglo XIX, los prerrafaelitas en Inglaterra, como Dante Gabriel Rossetti, encontraron en Fra Angelico una fuente de inspiración para técnicas y una expresividad más emocional, como se observa en Ecce Ancilla Domini (La Anunciación) (1849-1850), que muestra similitudes compositivas con las obras de Angelico.
Imbuido en el ambiente intelectual de su monasterio, Fra Angelico combinó la teología cristiana con textos clásicos, adoptando el nuevo humanismo renacentista que enfatizaba el pensamiento racional y la autonomía individual. Siguiendo los pasos de artistas como Leon Battista Alberti y Masaccio, tradujo estas ideas a la pintura mediante el uso de la perspectiva lineal para crear escenarios ilusionistas y composiciones organizadas con precisión, representando temas religiosos en espacios racionales y con la solidez del cuerpo humano. Su carrera artística coincidió con un cambio en el panorama del mecenazgo en la Europa del siglo XV. Inicialmente, muchas de sus obras fueron encargadas por la influyente orden dominica, pero a medida que creció su reputación, recibió encargos de la nueva clase acomodada de comerciantes y banqueros en el centro de Italia, consolidándolo como uno de los pintores más destacados de su tiempo.
Poco después de su muerte en 1455, Fra Angelico fue reconocido como Angelicus pictor en el texto De Vita et Obitu B. Mariae del dominico Domenico da Corella, donde se le comparaba favorablemente con Giotto y Cimabue. Giovanni Santi, en un poema, lo mencionó junto a Pisanello, Gentile da Fabriano, Filippo Lippi, Pesellino y Domenico Veneziano. Con el ascenso de Savonarola, su figura como fraile y artista fue tomada como modelo por los seguidores del predicador ferrarés, quienes veían en su arte una superioridad derivada de su devoción religiosa. Esta visión se refleja en el primer relato de su vida, publicado en 1517 por Leandro Alberti en un volumen de eulogías dominicas, fuente principal para la biografía de Giorgio Vasari en Le Vite (1550), enriquecida con anécdotas transmitidas por Fra Eustachio, un fraile de San Marco.
En el siglo XIX, los comentaristas romantizaron su vida espiritual, dotándola de un aura legendaria. Sin embargo, en el siglo XX, su figura fue recontextualizada como uno de los padres del Renacimiento florentino, destacando su papel en el desarrollo del nuevo lenguaje artístico que se difundió por Europa. En 1904, los dominicos iniciaron formalmente el proceso de beatificación ante la Santa Sede durante el capítulo general de Viterbo. En 1955, con motivo del quinto centenario de su muerte, se exhumaron sus reliquias para una ricognición canónica. Finalmente, el 3 de octubre de 1982, el papa Juan Pablo II, mediante el motu proprio Qui res Christi gerit, permitió a la orden dominica celebrar la misa y el oficio en su honor, beatificándolo. El 18 de febrero de 1984, en Santa Maria sopra Minerva, Fra Angelico fue proclamado patrono de los artistas, especialmente de los pintores, reconociendo su legado como un puente entre la fe y la innovación artística.