A lo largo de su vida, el estilo de Soldi fue definido como pintura sensible. Este estilo, marcado por la introspección y la cotidianidad, da prioridad al color sobre la forma, abandonando los dibujos complejos y precisos que reinaban en este periodo. Así, la obra de Soldi se caracteriza por figuras estilizadas y ligeramente deformadas que parten de una concepción bidimensional. “…Siendo ya un pintor profesional, comprendí que asombrar no era, bajo ninguna circunstancia, la respuesta correcta. Por eso no soy de los que pretenden inventar la pintura todos los días”, le dijo a la revista Somos en 1977.
Algunos de los aspectos que la describen son: abandonar el dibujo minucioso de la época y hacer mayor hincapié en el color. Se trata de una técnica se enfoca más en el color que en la forma y se basa en la introspección, la cotidianeidad y la expresión de matices figuras estilizadas y sutilmente deformadas que responden a una clara concepción bidimensional.
La línea se suele utilizar en arabescos. En la producción de Soldi aparecen bodegones en los que las frutas y las flores estallan de color, armonía y belleza, así como pequeños paisajes donde se aprecia una pincelada muy suelta.
Juan Carlos Miraglia, por su parte, escribió sobre el pintor: “Con gusto actual y fantasía inimitable retoma elementos figurativos comunes, a los que, como un mago, confiere formas nuevas y gracia peculiar. Sus chicos jugando, mujeres de actitudes melancólicas, sus naturalezas muertas hechas con elementos de cotidiano encuentro, como así sus paisajes tomados en cualquier parte, sin preocupación del tema: una medianera calcinosa, una verja, un gangoso molino de viento, son elementos suficientes para componer un cuadro deliciosamente suyo, al que siempre imprime candorosa gracia, ya sea por la simplificación de los elementos o bien por el refinado sentido del color, o por la suma de ambas cosas que dan un resultado de absoluta sustancia poética”.
En 1979, Soldi creó la fundación Santa Ana de Glew (hoy Fundación Soldi), a la que donó gran parte de sus pinturas. Además de resguardar su obra, esta institución opera como biblioteca popular y ofrece alfabetización a los adultos de la zona. “Nada de lo que he pintado me ha dado tanta alegría como el ver a una señora de setenta años que, en una de las clases de alfabetización, escribió su primera carta a [su] familia”, afirmó el pintor.