Alex Katz es un pintor y grabador neoyorquino especializado en retratos y paisajes audazmente simplificados. Aunque influido por artistas de la Escena Americana, así como por diversos elementos del modernismo europeo y estadounidense, ha evitado afiliarse a ningún grupo o movimiento. En gran medida, la distinción de Katz radica en el fascinante diálogo que desarrolló entre el realismo y las tendencias más abstractas del modernismo.
Sus paisajes a escala heroica y sus composiciones figurativas recuerdan a los últimos Nenúfares de Monet, a las composiciones del Expresionismo Abstracto y a los carteles de carretera. Sus lienzos, pintados con colores planos y atrevidos y escasos detalles, crean una doble afirmación del motivo y de la superficie pintada. Su técnica tiene mucho que ver con la nitidez del arte comercial y la ilustración, y esta característica, junto con su exposición sencilla de temas contemporáneos, encaja con el arte pop.
Del mismo modo que Andy Warhol convirtió una lata de sopa Campbell en un símbolo reconocible al instante, Katz transformó su círculo familiar y de amigos en iconos visualmente atractivos. Su repetido retorno a temas por los que siente predilección, como su mujer, los bañistas junto a la piscina y el tranquilo paisaje de Maine, fomenta la recepción de su obra como una alegre celebración de lo cotidiano en la América de clase media.
Katz afirmaba que su arte giraba en torno a la "superficie", lo que puede entenderse tanto por su predilección por los campos planos de color y las líneas limpias, como por el hecho de que sus imágenes no son especialmente complejas desde el punto de vista psicológico.
Sus obras tienden un puente entre las tradiciones de la abstracción y la figuración. Por ejemplo, su elección de una escala monumental intensifica las líneas, los contornos, los colores, las formas y su técnica, de modo que esos elementos formales equilibran el tema figurativo.