No cabe duda de que Jean-Léon Gérôme era un maestro de la técnica; un maestro de lo espectacular que se enorgullecía de una meticulosa atención al detalle pictórico. Es uno de los pintores franceses más célebres de su generación y a él se debe la transformación de la pintura histórica. Sin embargo, fue objeto de duras críticas y controversias (principalmente por parte de realistas y expresionistas), que consideraban que su mezcla de pintura académica y de género se situaba entre dos escuelas pasadas de moda. Sin embargo, Gérôme, cuyos mundos pictóricos no eran en absoluto fieles a la historia, cautivó a un público seducido por la destreza y la teatralidad de su arte.
Surgido en los albores del modernismo francés, Gérôme se ganó la reputación de disidente conservador. Estrechamente alineado con los tropos "passé" (desde el punto de vista modernista) del neoclasicismo, el naturalismo y el orientalismo, se enemistó con la comunidad parisina de vanguardia con su arte y su oposición vocal al auge del impresionismo, que consideraba poco cualificado e incompetente.
Los numerosos cuadros de Oriente de Gérôme revelan a la vez su fuerza y su debilidad. Sus imágenes meticulosas y precisas daban un barniz de autenticidad a una fantasía de Oriente que se presentaba completa e intacta. Si bien esta habilidad no convenció a los más veteranos del mundo del arte, resultó enormemente popular entre los amantes del arte ordinario, que compraron reproducciones de su arte en cantidades sustanciales.
Aunque es anterior a la maduración del cine narrativo, su obra se ha descrito retrospectivamente como "cinematográfica". Esta descripción se refiere a un estilo de pintura que crea poderosas y sobrecogedoras ilusiones pictóricas de mundos históricos en un estilo cercano al realismo fotográfico. De hecho, sus cuadros se prestaban a la reproducción fotográfica, con copias fijas de su obra capaces de llegar a un amplio público.
Gérôme fue miembro fundador del llamado Círculo Neo-Grec. Formado en 1847, estaba compuesto por un grupo de jóvenes artistas que querían aportar un mayor nivel de detalle y precisión arqueológica a la pintura de la Antigüedad grecorromana.
Más tarde, Gérôme se reinventó como escultor, pero sigue siendo más conocido por sus espectaculares narraciones históricas, que se hicieron aún más populares gracias a la reproducción fotográfica de sus imágenes.
A Gérôme se le llamaba a veces "el padre de la policromía", nombre que recibía la disciplina clásica de pintar sobre una escultura de mármol. Sus esculturas policromadas se basaban en referencias de la Antigüedad, a las que añadía un toque de realismo moderno.