Artista de claras tendencias veristas y meridionalistas, derivadas de sus años de discípulo en la escuela de Domenico Morelli, Balestrieri es particularmente conocido por su reproducción de temas románticos, llenos de emoción, pertenecientes a la bohemia parisina, encontrando el éxito en 1900 con la obra de Beethoven (Sonata Kreutzer) que le identificó durante años como El Pintor de la Música.
Tras un examen menos superficial, el arte de Lionello Balestrieri encuentra su clave en el de Domenico Morelli que representaba figuras y cosas no vistas, pero reales e imaginadas al mismo tiempo; y también un poco en aquel otro, tan diferente, de Filippo Palizzi, que advertía que el tema no existe en el arte, que las ideas son supersticiones, que la pintura consiste enteramente en sentimiento y ejecución. Así, a veces Balestrieri imagina y ve con su imaginación; otros, con los ojos abiertos, ven el campo, los animales, los agricultores existentes antes de pintarlos. En él también está la conciencia de que el arte, fuera del juego frío y calculado de esteticismos artificiales del que fue testigo en la breve experiencia futurista, en la que, además, reaccionó originariamente (obsérvese el cuadro y la sonata), debe obedecer a las expresiones de necesita aspectos místicos y emocionales del espíritu humano, buscando en lo más profundo del alma la fuerza para expresar en formas puras el mundo moral y poético que es, para quien no lo sabe, herencia latente del alma colectiva.
Su técnica es múltiple, ecléctica y se inclina hacia la improvisación para confesar la emoción. No es fácil cerrarlo en una definición y resumir los elementos del personaje. La pincelada es rápida y segura, más seca que grasosa. La huella es toscana, aireada, transparente. Sus paisajes tienen la sensibilidad del mundo que se transfigura de momento en momento, cuando la luz es el comienzo de una sinfonía compuesta sobre un solo tema o cuando en las vísperas la forma es continuamente variable y el color tiene la intensidad de una mirada fugaz continuamente renovada. y variado.
En los años siguientes su estilo sufrió frecuentes variaciones, influido por corrientes como el Impresionismo (Lavanderas en el Sena), los Macchiaioli (Dama bordando en el jardín) y el Verismo Social (El loco y los sabios, Mademoiselle Chiffon)
En los años veinte, bajo la influencia del futurismo, pintó obras que celebraban el régimen fascista, mientras que en los cincuenta experimentó con técnicas modernistas y cubistas