A pesar del tranquilo encanto y la erudición de sus cuadros, Alma-Tadema conservaba un juvenil sentido de la picardía. Era infantil en sus bromas pesadas y en sus repentinos arrebatos de mal genio, que de repente se transformaban en una simpática sonrisa. En su vida personal, Alma-Tadema era extrovertido y tenía una personalidad cálida. Como hombre, Lawrence Alma-Tadema era un caballero robusto, divertido y más bien corpulento. No había en él ni una pizca del delicado artista; era un alegre amante del vino, las mujeres y las fiestas.
Se dice que tenía casi todas las características de un niño, pero también las de un profesional consumado. Perfeccionista, seguía siendo en todos los aspectos un trabajador diligente, aunque algo obsesivo y pedante. Fue un excelente hombre de negocios y uno de los artistas más ricos del siglo XIX. Alma-Tadema era tan firme en cuestiones de dinero como con la calidad de su obra.
Las obras de Alma-Tadema destacan por la representación de flores, texturas y sustancias duras y reflectantes como metales, cerámica y, sobre todo, mármol (lo que le valió el sobrenombre de «pintor marbellí»). Su obra tiene mucho de la fina ejecución y el brillante colorido de los antiguos maestros holandeses.
Desde el principio de su carrera, Alma-Tadema se preocupó especialmente por la precisión arquitectónica, a menudo pintando objetos de museos, como el Museo Británico de Londres. También tomó muchas imágenes de libros y acumuló un enorme número de fotografías de yacimientos antiguos de Italia, que utilizó para conseguir el máximo detalle en su pintura.
Alma-Tadema era un perfeccionista, que retocaba repetidamente partes de los cuadros hasta que los encontraba satisfactorios. Una anécdota cuenta que, tras ser rechazado uno de sus cuadros, regaló el lienzo a una criada para que lo utilizara como mantel. Era sensible a cada detalle y línea arquitectónica de sus escenarios. A menudo pintaba del natural, utilizando flores frescas de toda Europa e incluso de África, apresurándose a pintar las flores antes de que se marchitaran. Su compromiso con la veracidad le valió el reconocimiento, pero también llevó a algunos críticos a acusarle de pedantería.
La obra de Alma-Tadema se ha relacionado con la de los pintores simbolistas europeos. Influyó en pintores europeos como Gustav Klimt y Fernand Khnopff, que incorporaron motivos clásicos, así como los recursos compositivos poco convencionales de Alma-Tadema, como el corte abrupto en el borde del lienzo. Al igual que Alma-Tadema, también emplean imágenes codificadas para sugerir significados ocultos.